lunes, 26 de marzo de 2012

La Peregrina



Después del éxito de "El Peregrino", Juan Bunyan ofrece la segunda parte de la historia también conocida como: "Viaje de Cristiana y sus hijos a la Ciudad Celestial".

La obra, publicada en 1684, narra las desventuras y alegrías de Cristiana, viuda de Cristiano, quien en el libro previo se negó a acompañarlo en su peregrinación. Ella y sus cuatro hijos, arrepentidos de su equivocada acción, emprenden un largo camino hacia la Ciudad Celestial, para vivir en la presencia de Dios y disfrutar de las bendiciones que el Señor le ha otorgado a su siervo fiel, Cristiano.

Este magnífico libro se compone de veintiún capítulos, y narra desde el encuentro del autor con Sagacidad, quien cuenta las novedades del pueblo Destrucción desde que Cristiano abandonó aquel lugar, hasta que Cristiana asciende al Paraíso Eterno. Bunyan, dotado de una creatividad asombrosa, nos invita nuevamente a soñar con personajes tan reales como nosotros mismos y tan alegóricos, a la misma vez.

A la mañana siguiente, después de haber orado a Dios y hablado un rato con sus hijos, oyó Cristiana que llamaban fuertemente a la puerta. -Adelante- dijo -si viene usted en nombre de Dios. - Amén – contestó el recién llegado; y abriendo la puerta, saludó con las palabras: -La paz sea en esta casa.- Luego prosiguió diciendo: -¿Sabes, Cristiana, con qué objeto vengo? El corazón de ésta ardía en deseos de saber de dónde y por qué venía; pero, cubriendo el rubor su rostro, mantúvose callada. -Me llamo Secreto- dijo el visitante,- y habito con los que son de alta esfera. En aquel lugar corre el rumor de que anhelas dirigirte allí, y que te pesa el mal que hiciste a tu marido, endureciendo tu corazón para no acompañarle, y criando a estos hijos en la ignorancia. El Misericordioso me ha enviado a ti, Cristiana, para decirte que es un Dios pronto a perdonar y que se deleita en remitir ofensas.

De esta manera, esta valerosa mujer se estaba preparando para iniciar su viaje cuando recibe la visita de dos vecinas, Temerosa y Misericordia, quienes intentan disuadirla de su firme decisión y finalmente Misericordia termina por acompañar a Cristiana en su travesía, puesto que su determinación la había conmovido muchísimo. Posteriormente, cruzaron el Pantano del Desaliento y lograron entrar por la puerta angosta, en donde fueron recibidas y pidieron perdón por sus pecados. Luego de esto, los peregrinos son socorridos por Auxiliador, cuando dos villanos intentan robarles su salvación. Entretanto, llegan a casa de Intérprete, en donde son agasajados y reciben oportunas enseñanzas.

"Quien se olvida de su amigo, usa de ingratitud hacia él; pero quien olvida a su Salvador, es despiadado consigo mismo", "El que vive en pecado y espera alcanzar la bienaventuranza de la otra vida, es semejante a aquel que siembra cizaña y espera llenar sus graneros de trigo o cebada". Acabados estos proverbios, Intérprete los condujo otra vez al huerto, y les enseñó un árbol cuyo interior se había podrido y estaba hueco; y no obstante, crecía y producía hojas. -¿Qué significa esto?- preguntó Misericordia. - A este árbol- contestó -cuyo exterior es hermoso mientras que el interior está podrido, pueden compararse muchos de los que están en el huerto de Dios: con la boca le alaban y engrandecen, pero no quieren hacer nada por Él; son de hermosa apariencia, pero sus corazones no sirven sino para ser pábulo para el brasero de Satanás.

Antes de irse, los peregrinos recibieron el baño de la Santificación y fueron ataviados de ropas blancas y resplandecientes. Luego Intérprete se despidió de ellos, no sin antes, pedir a su fiel criado Gran-Corazón que los escoltase hasta el palacio llamado Hermoso. Así, Cristiana y sus compañeros prosiguieron su viaje y llegaron al pie de la Cruz, en donde la protagonista se conmovió en gran manera y recordó la muerte de Jesucristo para justifiación de sus pecados. Después, suben por el collado Dificultad, y al encontrarse con el gigante Grima, Gran-Corazón sale en defensa de los peregrinos y derriba al monstruo.

Mientras comían Cristiana preguntó al guía si no había recibido daño en la refriega. Gran-Cor.- Nada, solo unas ligeras heridas en la carne, y éstas, lejos de dañarme, sirven al presente como prueba de mi amor hacia mi Señor y a vosotros, y luego servirán, por la gracia de Dios, para aumento de mi galardón. Cristiana.- ¿Pero no sentiste miedo cuando le viste salir con su garrote?

Gran-Cor.- Es mi deber desconfiar de mi propia habilidad y fuerzas, a fin de que ponga mi confianza en Aquel que es más poderoso que todos nosotros. Cristiana.- ¿Qué pensaste cuando te derribó al primer golpe? Gran-Cor.- Me acordé que así fue tratado mi Señor, y no obstante, fue Él quien al final llevó la victoria.

Al llegar al Palacio Hermoso, fueron bien recibidas y conocieron a las doncellas Prudencia, Piedad y Caridad, quienes se maravillaron del vasto conocimiento que tenían los hijos de Cristiana sobre la Palabra de Dios. Antes de retirarse, la peregrina pidió al señor del palacio, que Gran-Corazón continuara siendo su guía, puesto que, les era de gran ayuda. Y así fue, que los viajeros siguieron su recorrido y pasaron por el valle de Humillación. Asimismo, pisaron el mismo suelo en donde tuvo lugar la lucha entre Cristiano y el gigante Aporreador. Luego, se encontraron con Integridad y siguieron su camino juntos, hasta llegar a la posada de Gayo, en donde pasaron mucho tiempo, y Gran-Corazón logra quitarle la vida al gigante Mata-lo-bueno y rescata a Flaca-Mente.

Estando todavía nuestros peregrinos en esta hospedería, se efectuó el concertado matrimonio entre Mateo y Misericordia. Gayo también dio su hija Febe a Jaime por esposa. Después de esto, quedáronse todos unos diez días más en aquella casa hospitalaria. Antes de marcharse, Gayo les obsequió con un suntuoso festín de despedida. Luego se despidió de ellos, de sus hijos, y con un cariño especial, de Flaca-Mente. A éste también prestóle auxilios para que se confortase durante el camino. Éste último, cuando salieron los demás, hizo como si se quedase; pero echándolo de ver Gran-Corazón, díjole:- Ven con nosotros, señor Flaca-Mente; ven, que yo seré tu guía y te trataré como a los demás.

Así, pues, siguieron en aquel aparentemente interminable viaje con destino al Cielo. Posteriormente, arribaron la Feria de la Vanidad, en donde había muerto el gran amigo de Cristiano, pero nuestros peregrinos no corrieron la misma suerte, ya que, iban escoltados por el reconocido guía Gran-Corazón, a quien le guardaban mucho respeto. Encontraron albergue en la casa de Mnason y tuvieron contacto con otros cristianos como: Contrito, Varón-santo, Ama-los-santos, No-osar-mentir y Penitente, quienes habían conocido también a Cristiano y se alegraron de que Cristiana se haya animado a seguir los pasos de su esposo. Allí también Gran-Corazón realiza una memorable hazaña: el gigante Desesperación y su esposa Desconfianza mueren y el castillo de la Duda es destruido.

Vi luego en mi sueño que Gran-Corazón tomó después la cabeza del gigante, y colócala al lado del camino enfrente mismo de la columna que Cristiano había erigido para precaver a los que viniesen más tarde contra el riesgo de entrar en su territorio. Debajo de la cabeza grabó el guía en una piedra de mármol los siguientes versos: "Ved aquí la cabeza del Gigante, que a pobres peregrinos aterraba; su castillo ya queda derribado, y muerta su esposa Desconfianza."

Gran-Corazón logra rescatar a Desaliento y su hija, del castillo de la Duda, y se unen al grupo de peregrinos. Se encontraron, posteriormente, con Valiente-por-la-verdad, quien se encontraba ensangrentado, a causa de unos asaltantes que querían hacerle perder su valiosa salvación. Finalmente, los peregrinos llegan a Tierra-Encantada, una de las últimas paradas y la más peligrosa. Los viajeros se sienten tentados a descansar y alimentarse de alguna vianda, pero Gran-Corazón les incita a no rendirse, porque sería el fin de su camino. Y como un claro ejemplo de las advertencias del guía, casi al final de la senda oscura y tenebrosa, vieron a Descuidado y Demasiado-atrevido, quienes yacían profundamente dormidos y no había quien pudiera despertarlos.

He aquí, pues, lo que resulta cuando personas descuidadas van en peregrinación: de veinte, uno se salva, porque esta Tierra-Encantada es una de las últimas guaridas que posee el enemigo. Por eso está situada como veis, casi al término del camino, llevando, por consiguiente, más ventaja contra nosotros.- Porque, raciocina el enemigo, ¿cuándo tendrán esos necios más deseos de sentarse que cuando estén cansados? ¿Y cuándo han de estar más cansados que cerca del fin de su carrera? Por esta razón, digo, la Tierra-Encantada está situada tan cerca del país Beulah, y tan próxima al fin del camino. Que todos los peregrinos, pues, miren por sí, no sea que les acontezca lo mismo que a éstos, que, como veis, se han dormido y nadie los puede despertar.

Después de pasar esta última prueba, se encuentran con Firmeza y continúan juntos su trayecto hasta llegar al país de Beulah, en donde esperan ser llamados para pasar el río de la Muerte y ser escoltados por ángeles, hacia el Cielo. La primera en ser llevada, fue la fiel Cristiana, seguida por los demás peregrinos. Los hijos de Cristiano, sin embargo, se quedaron para predicar las buenas nuevas de salvación y llenar de la tierra de sus descendientes.

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