lunes, 31 de octubre de 2011

Pintura muestra a Hitler como Herodes decapitando al apóstol Jacobo



Con una espada en la mano y a punto de decapitar al apóstol Jacobo, quien representa al pueblo hebreo, así fue retratado Adolfo Hitler como Herodes, en una iglesia conocida como Saint-Jacques en Montgeron, al sur de París, Francia, según informó el diario de Inglaterra Daily Mail On Line.
Aunque la imagen se hizo en 1941, en medio de la ocupación nazi, recientemente en estos días ha cobrado notoriedad pública gracias al lente de un periodista.

“Muy poca gente se ha dado cuenta de esto durante todos estos años”, comentó el historiador local Renaud Arpin, en declaraciones citadas por Daily Mail.
“Esto es completamente comprensible. Si uno lo hubiera sabido, habría estado en grandes problemas”, agregó, en referencia al contexto de guerra que se vivía en aquella época, cita el diario británico.
La imagen se encuentra en una ventana hecha de vidrio, según el diario inglés, si esto se hubiera descubierto en el momento de su inauguración en julio de 1941, habría significado la muerte casi segura para aquellos que la crearon.
La ventana de vidrio con la imagen de Hittler – Herodes, fue creada por un par de hermanos llamados Maumejean, maestros vidrieros cuya obra adorna numerosas iglesias en Francia.
Isabel Bigand, Viviani, diputada local dijo: “Este retrato de Hitler fue un acto de resistencia artística y religiosa. Es una historia inquietante que muestra gran nervio por parte de los fabricantes de vidrio.

África: Campaña en Facebook alcanza a jóvenes musulmanes




Con más de 68 millones de usuarios activos de Facebook.com, las organizaciones están buscando aprovechar el potencial que pueden ofrecer las redes sociales.
“Pioneers” (Pioneros), una campaña publicitaria en Facebook para el norte de África durante el Ramadán sacó provecho de esto. Más de 4,500 personas dieron "Me gusta" a un sitio web cristiano en árabe, y aproximadamente 180 escribieron mensajes.
Algunos contenían preguntas cruciales, tales como: "¿De qué manera me convierto en cristiano?".
Preguntas como esta son el porque de la fusión de Ministerios del Mundo Árabe y Pioneros. Juntos, tienen un enorme potencial para alcanzar a los musulmanes en el corazón del Islam.
Maarifa, que significa "conocimiento" en árabe, es un sitio web para los buscadores de nuevos creyentes musulmanes y de origen musulmán. Pioneros, que puso en marcha el sitio web, www.maarifa.org, intenta presentar la Buena Nueva del Evangelio a los jóvenes musulmanes árabes, a quienes tienen preguntas acerca de Jesucristo y la fe en Él, y a todos los nuevos creyentes, animándolos a encontrarse con otros creyentes.
Desde su lanzamiento, el sitio ha experimentado un crecimiento significativo en el tráfico. Los jóvenes musulmanes árabes no sólo están expuestos a contenido cristiano relevante, sino que pueden acceder a una amplia gama de recursos: libros cristianos de descarga legal, el Antiguo y Nuevo Testamento en árabe, música cristiana de todo el mundo árabe, y mucho más.
Un estudio realizado en el Reino Unido reveló que los jóvenes prefieren el uso del teléfono celular e Internet antes que la televisión u otros medios.
Una de las razones es permanecer activos en las famosas redes sociales, en donde niños y jóvenes en su mayoría, acceden a través de sus celulares o smartphones.




Cristo venció al que tenía el imperio de la muerte

Rev. Álvaro Garavito
Cristo despojó a las potestades, les quitó su autoridad y los venció, públicamente. Para que no quedara vestigio secreto ni dudas de quién había vencido, allí venció al diablo en aquella gran batalla del calvario.
“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”, Romanos 5:12.“Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”, Romanos 6:23.

En estos días el mundo se ha visto envuelto por lo que inicialmente se le conoció como la peste porcina. Esta plaga puso en jaque al mundo entero; gobiernos de todas partes de la tierra alertaron a la población a tomar medidas precautorias para no ser infectados por esta plaga. El miedo al posible contagio y a la muerte hizo que muchas empresas se fueran a la quiebra, vuelos aéreos fueron cancelados, centros de turismo quedaron desérticos, en fin una gran problemática.

La historia registra muchas plagas, muchos problemas destructivos, muchos desastres, muchas pandemias que han exterminado a millones de seres humanos. Cada vez que se habla de esto, se ponen los pelos de punta, la gente hace lo que sea para huir de un contagio o de una plaga como esta. La Palabra de Dios, es el libro más antiguo en conocimiento que haya existido en la tierra, el autor de este libro, el Dios creador del universo, del cielo y de la tierra, anunció una pandemia hace casi 4000 años atrás, la cual ha venido a ser la peor de todas que hayan podido destruir a millones de millones de hombres y mujeres, ancianos y niños, adolescentes y jóvenes de todas las edades y de todos los estatus sociales han caído presa de la pandemia más horrible y devastadora que se haya podido oír en la tierra, llamada “PECADO”.

Esa pandemia inició cuando nuestros primeros padres o habitantes de la tierra empezaron a poblar este planeta. Estas plagas han destruido parte de la humanidad, sabemos que vendrán plagas sobre la tierra que harán temblar el mundo y que nadie podrá descubrir el origen ni tampoco su curación; el planeta está amenazado a causa de la primera pandemia que se inició dentro de la raza humana. Esta plaga o estas plagas han tenido un origen, algunos hablan que se han originado entre las aves, otras plagas se han originado entre los cuadrúpedos, entre la raza porcina, pero hay una plaga también llamada el SIDA que se originó a través de una bestia, de un animal con el cual un hombre perverso y corrompido tuvo relaciones sexuales y de allí emanó y dependió el llamado SIDA que tiene sellado con la muerte a millones de personas.

La pandemia más devastadora que las otras es el PECADO. La Biblia dice: “Como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuantos todos pecaron”, Romanos 5:12. Esta plaga se inició producida por la bestia salvaje, horrible y abominable que hayamos oído en este mundo llamado la serpiente antigua, Satanás y el diablo, esa bestia salvaje entró allí al Edén con el virus que no ha habido médico, no ha habido ciencia, no ha habido mano de hombre que haya podido curar, ni sanar y mucho menos detener esa plaga. Esa bestia llamada diablo metió en la vida de los primeros habitantes del mundo, la semilla del virus del pecado y a medida que la población fue aumentando sobre la tierra, también el pecado se multiplicó.

Ese virus maligno está acabando con los principios, con la moral, y sus resultados son la prostitución, el adulterio, la fornicación, etc. Con este virus aparecieron los primeros pervertidos, los homosexuales, las lesbianas, los primeros hombres que se ayuntaban con las bestias, degenerados, inmorales, sucios, corrompidos, porque el virus de la maldad se había metido a su sangre, y esa plaga, la más terrible de las pandemias del mundo ha llevado a millones y millones al infierno eterno, porque han rechazado la Palabra de Dios y a Jesucristo el Hijo de Dios, Él es el único que puede sanar y salvar al hombre de esa plaga del pecado. El diablo emprendió en el mundo grandes empresas como son los expendios de droga, de alcohol, de licores, y todo lugar de degeneración, porque el hombre nace infectado por esta pandemia inmunda; la Palabra de Dios nos dice que “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23).



En cierto país oímos una noticia espeluznante, que ya no hay espacio para meter más pandilleros, más ladrones, más criminales, las cárceles están atestadas y los gobiernos en lugar de promover la predicación del Evangelio, de facilitar y abrir puertas para que se predique a través de la radio, la televisión, se resisten, hasta se persigue el único antídoto que puede curar esta pandemia del mundo. Millones han sido presos, los reclusorios de personas con problemas mentales también están sobrepasando su capacidad, hay un aumento de maldad, mientras más se acerca el levantamiento de la Iglesia, más maldad habrá, más inmoralidad, más pornografía, más suciedad, pero “cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia” (Romanos 5:20). Y donde el diablo ha metido sus garras y su hocico, allí el Señor ha metido su mano para salvar, para libertar, para romper las cadenas del pecado y de la muerte.

Dice la Palabra de Dios que esto se trasmitió a todos los hombres, todo el que nace ya está infectado por el pecado, por eso ya hay personas de 6 o 7 años que son borrachos y drogadictos, y estamos llegando a un punto tan peligroso, tan delicado, tan insoportable en la tierra, que ya estamos viendo prostitutas de 7 u 8 años, estamos oyendo por los medios noticiosos, la prostitución infantil.

La ciencia ha aumentado y la Internet bien utilizada es una maravilla de Dios, pero a muchos, Satanás ha corrompido en sus propias habitaciones, les ha trasmitido el veneno de la corrupción, el veneno de la inmoralidad, el veneno de la prostitución, de la pornografía; lo triste, lo lamentable de esto no es solamente a los pecadores que no tienen a Cristo, lo lamentable de esto es que en esta avalancha de suciedad, que el mundo le está haciendo presión a lo moral, a lo limpio, a lo puro, hay una avalancha que va arrastrando los principios morales que quedan y muchos jóvenes, jovencitas y hasta damas y caballeros ya de edades, donde pudieran distinguir y rechazar estas cosas están cayendo en esas garras de la pornografía.

También hay tantas iglesias que en los cultos no pueden ni alabar, ni predicar, la gente va a dormirse allí, porque están atados por la pornografía, atados por las novelas, por películas corrompidas que han destruido la moral del hombre. Ese virus se apoderó del mundo y fue tomando tanta fuerza que se vino a convertir en “el imperio de la muerte” (Hebreos 2:14). Cristo vino a la tierra después de miles de años de haber creado al hombre, vino a buscar y a salvar lo que se había perdido, vino a enfrentársele, y para enfrentarlo tuvo que nacer como cualquier ser humano, tomar forma de hombre, hacerse hombre de carne y huesos y venir a vivir aquí como cualquiera de nosotros, excepto sin pecado, para enfrentar y vencer al que tenía el imperio de la muerte.


El Señor dice a través del profeta Ezequiel 18:23, leemos: “¿Quiero yo la muerte del impío? dice Jehová el Señor. ¿No vivirá, si se apartare de sus caminos?”; y en Ezequiel 18:32 nos dice: “Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor, convertíos, pues, y viviréis”. El Señor profetizó a través del profeta Oseas, hablando del imperio de la muerte y dice: “De la mano del Seol los redimiré, los libraré de la muerte. Oh muerte, yo seré tu muerte; y seré tu destrucción, oh Seol; la compasión será escondida de mi vista” (Oseas 13:14). Antes de nacer el Mesías prometido, ya el profeta había recibido revelación de Dios, que la muerte sería destruida en las manos de aquel que vino a enfrentarse al imperio de la muerte. Y esto vino a cumplirse porque el escritor a los hebreos dice lo siguiente: “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, Él (esto es Cristo)también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo” (Hebreos 2:14).

Cristo vino a la tierra, nació en un pesebre, donde habían asnos, bueyes, vacas, en medio del estiércol, abandonado, pobre, porque la Palabra dice que “por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico (Él se hizo pobre, pero con un propósito), para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2 Corintios 8:9). Nació como pobre, vivió como pobre, no tuvo donde recostar su cabeza, rehusó todo porque el vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Todos conocemos la historia, los que servimos a Cristo sabemos cómo fue su vida que siendo un niño de escaso un año y medio o dos años, ya las persecuciones de muerte estaban detrás de Él. Fue creciendo en medio de una batalla de incomprensión, de luchas, de desvelos, pagando un precio para poder dar el golpe certero allí en el calvario. Él tenía que pasar aquí en la tierra muchas noches de desvelo para ver la derrota de su adversario concretada, tenía que pasar noches, días de hambre, de sueños, de escasez, de persecuciones. Cristo fue creciendo, peleando esa batalla. La Biblia dice que en los montes pasaba las noches, muchas de esas noches fueron pasadas en los montes fríos, el sereno, picado de los moscos, de las hormigas, vivía una vida incómoda, una vida terrible, opuesta a todo lo que vivía la sociedad en su tiempo, pero sus ojos estaban puestos en el calvario para darle un certero golpe a su adversario, a su enemigo que lo había perseguido ya por más de 30 años.

“Por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, Él también participó de lo mismo”; tuvo que venirse del cielo a nacer como hombre, habitar aquí como un ser humano con necesidades, a llorar, a reír aquí en la tierra consciente que tenía que pelear la más cruenta de las batallas para poder derrotar al que tenía “el Imperio de la muerte”, eso era pagar un precio para ver las cosas hechas. Ahora sabemos que para echar mano de la vida eterna y de la bendición hay que pelear una batalla fuerte en esta tierra.

Él se hizo hombre y tomó esa forma y participó de ese cuerpo, de esa carne, de esos huesos, de esa sangre para poder destruir por medio de la muerte, porque Él tenía que morir en la cruz del calvario, ese era su final, tenía que morir en la cruz del calvario para poder destruir con su muerte al que tenía “el imperio de la muerte”. Cuando llegó la noche anterior, esa noche terrible de agonía en el Getsemaní sus poros se reventaron por la presión que había de la batalla sin cuartel que tenía que enfrentarse, la sangre corrió en su agonía, de sus poros salían como grandes gotas de sangre. Cuando llegó la hora, se enfrentó a los enemigos, lo llevaron a la cárcel y allí fue juzgado para luego posteriormente pasar a aceptar la muerte de cruz que estaba esperando porque allí se iba a pelear esta gran victoria, ¡la batalla la tenía ganada!


 Allí en la cruz Cristo se enfrentó en el madero contra principados, contra potestades, contra gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes; allí estaban esperando golpear su cabeza. “Y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz”, Colosenses 2:15. Cristo despojó a las potestades, a los gobernadores, les quitó su autoridad; los despojó, los derrotó y los venció, públicamente, ¡públicamente! Para que no quedara vestigio secreto, que no quedaran dudas de quién había vencido, allí venció la muerte, allí venció al diablo en aquella gran batalla del calvario, venció al que tenía el Imperio de la muerte, fue vencido; y esa sangre preciosa que salía de su cuerpo mientras moría, esa sangre se convirtió en una fuente carmesí que limpia el pecado del hombre.

¡Cristo derramó su sangre! Y esa sangre desde aquel día hasta ahora, sigue limpiando. Él fue llevado a la tumba después de morir, ya había vencido al que tenía el imperio, pero le faltaba vencer la muerte y allí fue a la tumba. Al tercer día resucitó de los muertos, la muerte no lo pudo retener, la tierra tembló, las piedras se sacudieron, se levantó aquel que venció por la eternidad de la eternidad. ¡Cristo es el vencedor! ¡Cristo venció la muerte, Cristo venció al diablo! ¡Venció al que tenía el imperio de la muerte! ¡Lo derrotó! ¡Él venció! Y llevó en su cuerpo las enfermedades, y creemos en ese Cristo que resucitó de los muertos, si creemos en aquel que venció al diablo y a la muerte.


Amigo, usted está atado porque quiere, es presa del alcohol porque quiere, es presa de la droga, de la prostitución, de la mentira, de la trampa, de la falsedad, de la hipocresía, de la hechicería, de los agoreros, de los brujos, pero Cristo nos dice: “Conviértase de sus malos caminos y vivirá”. Si usted cree en Él acéptelo como su Señor y Salvador personal. ¡Dios le bendiga!









                                   El PS.RODOLFO GONZALES C. "EL AMOR DE DIOS "
                                             (hnos. el amor de DIOS es muy grande ,adelante!!!)








jueves, 27 de octubre de 2011

Sinaí Santiago Díaz

Sinaí Santiago Díaz, la irrefutable prueba de la grandeza del Señor. La ciencia se rindió ante el crítico cuadro clínico que acompañó su existencia. Pero volvió de la muerte para testimoniar que nada es imposible para el Todopoderoso y multiplicar la Obra de Dios.
Cuando usted termine de leer esta semblanza habrá conocido la existencia de un defensor de la Palabra del Todopoderoso. Un luchador que, tras derrotar de forma milagrosa a los males físicos que mantuvieron en jaque su existencia y lo llevaron hasta la muerte, fue el símbolo del poder de Dios y la fe cristiana. Un hombre que en los últimos 28 años de su vida maravilló a la medicina, la ciencia y a millones de hermanos que conocieron, vieron y oyeron su espléndido testimonio de sanación y redención.
Fue hace 31 años, en 1980, cuando Sinaí Santiago Díaz, nacido el 26 de octubre de 1950, se convirtió en una prueba viviente de las grandes cosas que el Señor puede realizar en la vida de todo aquel que cree en su Palabra. Entregado a los caminos mundanos, con un cuerpo deslucido y famélico, atravesó la finísima línea que separa la existencia de la muerte y regresó airoso de las tinieblas por voluntad del Altísimo que lo bendijo con el milagro de la vida. El prodigio ocurrió en su natal Puerto Rico y determinó la transformación de un pecador en un varón del Señor.
Sinaí bordeaba los treinta años, once de ellos sufriendo un trastorno del esófago poco común llamado acalasia, que le impedía alimentarse con normalidad, y había sido condenado a muerte por el conocimiento terrenal. Tras ser declarado cadáver, y transferido a la morgue del hospital en el que se encontraba, el Eterno Dios cambió su destino y le encargó la misión de convertirse en señal humana de su grandeza.  El día de su histórica vuelta a la vida, luego de haber conocido desde muy niño acerca de Jesús pero nunca aceptarlo como su Señor, su clamor, y el de toda su familia, fue atendido desde los cielos y determinó la llegada de un nuevo hijo al Evangelio.
Pero, ¿cómo, cuándo y dónde empezó la milagrosa historia de Sinaí Santiago? Dedicando gran parte de sus días mundanos a la hojalatería y la pintura de autos, este hombre de profundas convicciones cristianas, tuvo su primer acercamiento con la Iglesia a la edad de 15 años. En Bayamón, un municipio costero de Puerto Rico, congregó por algún tiempo en el templo Defensores de la Fe. Fueron apenas unos meses que sembrarían el temor y amor por Dios.
Tiempo después, y luego de unir su vida con Norma Santiago López, el 15 de febrero de 1969, al hermano Sinaí se le diagnosticó cáncer al esófago y se le pronosticó una muerte segura a corto plazo. Sin embargo, cuando todo apuntaba a un rápido deceso, el Señor irrumpió en su presente y lo restableció ante la sorpresa de los médicos y especialistas del Centro Médico de Río Piedras, en San Juan (Puerto Rico), y la felicidad de Rosa María Díaz, su madre, quien había entregado su existencia al cristianismo unos meses antes. Fue el primer llamado de Cristo no atendido por Santiago y es que tras recuperar la salud reinició su vida secular.
Posteriormente, en 1975, volvió a sucumbir ante los males físicos. Acariciado una y otra vez por la gracia del Señor, pero dedicado de forma exclusiva a luchar diariamente para subsistir junto a su mujer y sus hijos, Leslie Marie y Adalberto, fue internado en el Hospital Regional de Bayamón de nuevo por problemas en su esófago. Sus constantes negativas a las exhortaciones del Todopoderoso, que le llegaron a través del Pastor Samuel Rodríguez, de sus familiares más cercanos y de otras personas, lo dejaron al borde de la muerte. Sin embargo, como en la anterior oportunidad, salió bien librado de los inconvenientes de salud por obra del Padre.
Después, en 1980, cuando creía que tenía controlada la enfermedad que lo aquejaba, Sinaí debió pasar por una prueba enorme y durísima impuesta por Dios. Un buen día, su primo Víctor Santiago, cansado de su egocentrismo y su desprecio por el Altísimo, le aseguró que oraría para que Jesucristo lo volviera a poner a prueba. El anuncio se cumplió y de forma muy dramática. Al pasar unos chequeos de rutina fue víctima de mala praxis por parte de un galeno inexperto, quien lo deportó con sus malas artes al abismo de la defunción.
Los médicos decretaron que había llegado su hora final, pero él, al verse conducido a la morgue, en un rapto extremo de conversión gritó con todas sus fuerzas: “Jehová es mi pastor; nada me faltará… Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento”. Santiago afirmó en su paso por Perú, en la XIX Convención Nacional del Movimiento Misionero Mundial, en enero de 2008, que entonces retornó a la vida ante la conmoción generalizada. De inmediato, una gratitud casi natural lo llevó a entregarse a Dios, mientras su mujer hacia lo mismo debajo de un árbol a las afueras del nosocomio. En seguida, contó su verdad a la hermana Isabelita Falú y selló su unión al pueblo de Cristo.
En 1981, ya junto a Dios, levantó una Iglesia en el Barrio Galateo, del municipio de Toa Alta, uno de los más antiguos de Puerto Rico, y al poco tiempo se integró al Movimiento Misionero Mundial y llegó a convertirse en Pastor. Estudioso de la Biblia, inteligente y amable como ningún otro siervo del Señor, el Rev. Santiago atendió, de forma paralela, los campos de los barrios Limón y Palmarito del Municipio Corozal, en la región central portorriqueña, y durante una década engrandeció con su esfuerzo, dedicación y pasión la Obra del MMM y se proclamó como un defensor firme del cristianismo. Una labor que aún hoy, después de muchos años se valora y destaca como única.
Su trabajo al servicio del Creador prosiguió a partir de los noventa en la zona costera de Manatí, conocida por ser el centro de la piña de Puerto Rico, donde bajo su liderazgo la Obra ganó rápidamente espacio  y amplió su red de iglesias en beneficio de la salvación de un sinfín de almas que al conocer su testimonio no tardaron en convertirse. Después, en 1997, los Oficiales del Movimiento lo designaron Supervisor Nacional de su país en virtud a su prolija y fructífera labor. En tanto que en 2003 y 2004 fue nombrado Supervisor Misionero en República Dominicana y Haití y en 2005 fue nombrado Supervisor Nacional de República Dominicana.
Sinaí Santiago Díaz fue en resumen un hombre de Dios que luchó a favor de la consolidación de la Obra  y de la gloria del Todopoderoso por intermedio de un testimonio de vida milagroso y sólido que supo llegar a Colombia, Perú, Venezuela, Ecuador, Haití, República Dominicana y a diferentes partes de los Estados Unidos y se extendió por toda la red de hospitales de Puerto Rico y al resto del mundo. Una prueba palpable del poderío del Señor, que se marchó al cielo el 16 de septiembre de 2008, pero que dejó detrás de sí una estela de compromiso digna de imitar e igualar.
El mejor regalo de Dios
Me quedaríacorta en palabras para describir todo lo que representó para mí el hermano Sinaí Santiago. Como amigo, esposo y Pastor fue lo mejor que tuve en mi vida. Fue, sin duda, el mejor regalo que Dios me hizo a lo largo de mi existencia. En lo individual, se destacó como una persona de gran inteligencia y trabajador indesmayable. Asimismo, agregaría que él, desde su conversión al evangelio, se entregó en cuerpo y alma al Movimiento Misionero Mundial y puedo dar testimonio de lo mucho que amó la Obra de Dios.
Sus principales logros para la gloria del Señor estuvieron ligados a los pueblos de Puerto Rico, Haití y República Dominicana. En estos tres países, donde gracias a su empuje y dedicación se edificaron un sinnúmero de iglesias y templos, su profundo amor por el Creador y su defensa inquebrantable de las Sagradas Escrituras lo llevaron a ser fuente de inspiración para miles de inconversos que al conocer su testimonio no tardaron en aceptar a Dios como su Salvador.Sinaí Santiago Díaz, la irrefutable prueba de la grandeza del Señor. La ciencia se rindió ante el crítico cuadro clínico que acompañó su existencia. Pero volvió de la muerte para testimoniar que nada es imposible para el Todopoderoso y multiplicar la Obra de Dios.
Cuando usted termine de leer esta semblanza habrá conocido la existencia de un defensor de la Palabra del Todopoderoso. Un luchador que, tras derrotar de forma milagrosa a los males físicos que mantuvieron en jaque su existencia y lo llevaron hasta la muerte, fue el símbolo del poder de Dios y la fe cristiana. Un hombre que en los últimos 28 años de su vida maravilló a la medicina, la ciencia y a millones de hermanos que conocieron, vieron y oyeron su espléndido testimonio de sanación y redención.
Fue hace 31 años, en 1980, cuando Sinaí Santiago Díaz, nacido el 26 de octubre de 1950, se convirtió en una prueba viviente de las grandes cosas que el Señor puede realizar en la vida de todo aquel que cree en su Palabra. Entregado a los caminos mundanos, con un cuerpo deslucido y famélico, atravesó la finísima línea que separa la existencia de la muerte y regresó airoso de las tinieblas por voluntad del Altísimo que lo bendijo con el milagro de la vida. El prodigio ocurrió en su natal Puerto Rico y determinó la transformación de un pecador en un varón del Señor.
Sinaí bordeaba los treinta años, once de ellos sufriendo un trastorno del esófago poco común llamado acalasia, que le impedía alimentarse con normalidad, y había sido condenado a muerte por el conocimiento terrenal. Tras ser declarado cadáver, y transferido a la morgue del hospital en el que se encontraba, el Eterno Dios cambió su destino y le encargó la misión de convertirse en señal humana de su grandeza.  El día de su histórica vuelta a la vida, luego de haber conocido desde muy niño acerca de Jesús pero nunca aceptarlo como su Señor, su clamor, y el de toda su familia, fue atendido desde los cielos y determinó la llegada de un nuevo hijo al Evangelio.
Pero, ¿cómo, cuándo y dónde empezó la milagrosa historia de Sinaí Santiago? Dedicando gran parte de sus días mundanos a la hojalatería y la pintura de autos, este hombre de profundas convicciones cristianas, tuvo su primer acercamiento con la Iglesia a la edad de 15 años. En Bayamón, un municipio costero de Puerto Rico, congregó por algún tiempo en el templo Defensores de la Fe. Fueron apenas unos meses que sembrarían el temor y amor por Dios.
Tiempo después, y luego de unir su vida con Norma Santiago López, el 15 de febrero de 1969, al hermano Sinaí se le diagnosticó cáncer al esófago y se le pronosticó una muerte segura a corto plazo. Sin embargo, cuando todo apuntaba a un rápido deceso, el Señor irrumpió en su presente y lo restableció ante la sorpresa de los médicos y especialistas del Centro Médico de Río Piedras, en San Juan (Puerto Rico), y la felicidad de Rosa María Díaz, su madre, quien había entregado su existencia al cristianismo unos meses antes. Fue el primer llamado de Cristo no atendido por Santiago y es que tras recuperar la salud reinició su vida secular.
Posteriormente, en 1975, volvió a sucumbir ante los males físicos. Acariciado una y otra vez por la gracia del Señor, pero dedicado de forma exclusiva a luchar diariamente para subsistir junto a su mujer y sus hijos, Leslie Marie y Adalberto, fue internado en el Hospital Regional de Bayamón de nuevo por problemas en su esófago. Sus constantes negativas a las exhortaciones del Todopoderoso, que le llegaron a través del Pastor Samuel Rodríguez, de sus familiares más cercanos y de otras personas, lo dejaron al borde de la muerte. Sin embargo, como en la anterior oportunidad, salió bien librado de los inconvenientes de salud por obra del Padre.
Después, en 1980, cuando creía que tenía controlada la enfermedad que lo aquejaba, Sinaí debió pasar por una prueba enorme y durísima impuesta por Dios. Un buen día, su primo Víctor Santiago, cansado de su egocentrismo y su desprecio por el Altísimo, le aseguró que oraría para que Jesucristo lo volviera a poner a prueba. El anuncio se cumplió y de forma muy dramática. Al pasar unos chequeos de rutina fue víctima de mala praxis por parte de un galeno inexperto, quien lo deportó con sus malas artes al abismo de la defunción.
Los médicos decretaron que había llegado su hora final, pero él, al verse conducido a la morgue, en un rapto extremo de conversión gritó con todas sus fuerzas: “Jehová es mi pastor; nada me faltará… Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento”. Santiago afirmó en su paso por Perú, en la XIX Convención Nacional del Movimiento Misionero Mundial, en enero de 2008, que entonces retornó a la vida ante la conmoción generalizada. De inmediato, una gratitud casi natural lo llevó a entregarse a Dios, mientras su mujer hacia lo mismo debajo de un árbol a las afueras del nosocomio. En seguida, contó su verdad a la hermana Isabelita Falú y selló su unión al pueblo de Cristo.
En 1981, ya junto a Dios, levantó una Iglesia en el Barrio Galateo, del municipio de Toa Alta, uno de los más antiguos de Puerto Rico, y al poco tiempo se integró al Movimiento Misionero Mundial y llegó a convertirse en Pastor. Estudioso de la Biblia, inteligente y amable como ningún otro siervo del Señor, el Rev. Santiago atendió, de forma paralela, los campos de los barrios Limón y Palmarito del Municipio Corozal, en la región central portorriqueña, y durante una década engrandeció con su esfuerzo, dedicación y pasión la Obra del MMM y se proclamó como un defensor firme del cristianismo. Una labor que aún hoy, después de muchos años se valora y destaca como única.
Su trabajo al servicio del Creador prosiguió a partir de los noventa en la zona costera de Manatí, conocida por ser el centro de la piña de Puerto Rico, donde bajo su liderazgo la Obra ganó rápidamente espacio  y amplió su red de iglesias en beneficio de la salvación de un sinfín de almas que al conocer su testimonio no tardaron en convertirse. Después, en 1997, los Oficiales del Movimiento lo designaron Supervisor Nacional de su país en virtud a su prolija y fructífera labor. En tanto que en 2003 y 2004 fue nombrado Supervisor Misionero en República Dominicana y Haití y en 2005 fue nombrado Supervisor Nacional de República Dominicana.
Sinaí Santiago Díaz fue en resumen un hombre de Dios que luchó a favor de la consolidación de la Obra  y de la gloria del Todopoderoso por intermedio de un testimonio de vida milagroso y sólido que supo llegar a Colombia, Perú, Venezuela, Ecuador, Haití, República Dominicana y a diferentes partes de los Estados Unidos y se extendió por toda la red de hospitales de Puerto Rico y al resto del mundo. Una prueba palpable del poderío del Señor, que se marchó al cielo el 16 de septiembre de 2008, pero que dejó detrás de sí una estela de compromiso digna de imitar e igualar.
El mejor regalo de Dios
Me quedaríacorta en palabras para describir todo lo que representó para mí el hermano Sinaí Santiago. Como amigo, esposo y Pastor fue lo mejor que tuve en mi vida. Fue, sin duda, el mejor regalo que Dios me hizo a lo largo de mi existencia. En lo individual, se destacó como una persona de gran inteligencia y trabajador indesmayable. Asimismo, agregaría que él, desde su conversión al evangelio, se entregó en cuerpo y alma al Movimiento Misionero Mundial y puedo dar testimonio de lo mucho que amó la Obra de Dios.
Sus principales logros para la gloria del Señor estuvieron ligados a los pueblos de Puerto Rico, Haití y República Dominicana. En estos tres países, donde gracias a su empuje y dedicación se edificaron un sinnúmero de iglesias y templos, su profundo amor por el Creador y su defensa inquebrantable de las Sagradas Escrituras lo llevaron a ser fuente de inspiración para miles de inconversos que al conocer su testimonio no tardaron en aceptar a Dios como su Salvador.Sinaí Santiago Díaz, la irrefutable prueba de la grandeza del Señor. La ciencia se rindió ante el crítico cuadro clínico que acompañó su existencia. Pero volvió de la muerte para testimoniar que nada es imposible para el Todopoderoso y multiplicar la Obra de Dios.
Cuando usted termine de leer esta semblanza habrá conocido la existencia de un defensor de la Palabra del Todopoderoso. Un luchador que, tras derrotar de forma milagrosa a los males físicos que mantuvieron en jaque su existencia y lo llevaron hasta la muerte, fue el símbolo del poder de Dios y la fe cristiana. Un hombre que en los últimos 28 años de su vida maravilló a la medicina, la ciencia y a millones de hermanos que conocieron, vieron y oyeron su espléndido testimonio de sanación y redención.
Fue hace 31 años, en 1980, cuando Sinaí Santiago Díaz, nacido el 26 de octubre de 1950, se convirtió en una prueba viviente de las grandes cosas que el Señor puede realizar en la vida de todo aquel que cree en su Palabra. Entregado a los caminos mundanos, con un cuerpo deslucido y famélico, atravesó la finísima línea que separa la existencia de la muerte y regresó airoso de las tinieblas por voluntad del Altísimo que lo bendijo con el milagro de la vida. El prodigio ocurrió en su natal Puerto Rico y determinó la transformación de un pecador en un varón del Señor.
Sinaí bordeaba los treinta años, once de ellos sufriendo un trastorno del esófago poco común llamado acalasia, que le impedía alimentarse con normalidad, y había sido condenado a muerte por el conocimiento terrenal. Tras ser declarado cadáver, y transferido a la morgue del hospital en el que se encontraba, el Eterno Dios cambió su destino y le encargó la misión de convertirse en señal humana de su grandeza.  El día de su histórica vuelta a la vida, luego de haber conocido desde muy niño acerca de Jesús pero nunca aceptarlo como su Señor, su clamor, y el de toda su familia, fue atendido desde los cielos y determinó la llegada de un nuevo hijo al Evangelio.
Pero, ¿cómo, cuándo y dónde empezó la milagrosa historia de Sinaí Santiago? Dedicando gran parte de sus días mundanos a la hojalatería y la pintura de autos, este hombre de profundas convicciones cristianas, tuvo su primer acercamiento con la Iglesia a la edad de 15 años. En Bayamón, un municipio costero de Puerto Rico, congregó por algún tiempo en el templo Defensores de la Fe. Fueron apenas unos meses que sembrarían el temor y amor por Dios.
Tiempo después, y luego de unir su vida con Norma Santiago López, el 15 de febrero de 1969, al hermano Sinaí se le diagnosticó cáncer al esófago y se le pronosticó una muerte segura a corto plazo. Sin embargo, cuando todo apuntaba a un rápido deceso, el Señor irrumpió en su presente y lo restableció ante la sorpresa de los médicos y especialistas del Centro Médico de Río Piedras, en San Juan (Puerto Rico), y la felicidad de Rosa María Díaz, su madre, quien había entregado su existencia al cristianismo unos meses antes. Fue el primer llamado de Cristo no atendido por Santiago y es que tras recuperar la salud reinició su vida secular.
Posteriormente, en 1975, volvió a sucumbir ante los males físicos. Acariciado una y otra vez por la gracia del Señor, pero dedicado de forma exclusiva a luchar diariamente para subsistir junto a su mujer y sus hijos, Leslie Marie y Adalberto, fue internado en el Hospital Regional de Bayamón de nuevo por problemas en su esófago. Sus constantes negativas a las exhortaciones del Todopoderoso, que le llegaron a través del Pastor Samuel Rodríguez, de sus familiares más cercanos y de otras personas, lo dejaron al borde de la muerte. Sin embargo, como en la anterior oportunidad, salió bien librado de los inconvenientes de salud por obra del Padre.
Después, en 1980, cuando creía que tenía controlada la enfermedad que lo aquejaba, Sinaí debió pasar por una prueba enorme y durísima impuesta por Dios. Un buen día, su primo Víctor Santiago, cansado de su egocentrismo y su desprecio por el Altísimo, le aseguró que oraría para que Jesucristo lo volviera a poner a prueba. El anuncio se cumplió y de forma muy dramática. Al pasar unos chequeos de rutina fue víctima de mala praxis por parte de un galeno inexperto, quien lo deportó con sus malas artes al abismo de la defunción.
Los médicos decretaron que había llegado su hora final, pero él, al verse conducido a la morgue, en un rapto extremo de conversión gritó con todas sus fuerzas: “Jehová es mi pastor; nada me faltará… Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento”. Santiago afirmó en su paso por Perú, en la XIX Convención Nacional del Movimiento Misionero Mundial, en enero de 2008, que entonces retornó a la vida ante la conmoción generalizada. De inmediato, una gratitud casi natural lo llevó a entregarse a Dios, mientras su mujer hacia lo mismo debajo de un árbol a las afueras del nosocomio. En seguida, contó su verdad a la hermana Isabelita Falú y selló su unión al pueblo de Cristo.
En 1981, ya junto a Dios, levantó una Iglesia en el Barrio Galateo, del municipio de Toa Alta, uno de los más antiguos de Puerto Rico, y al poco tiempo se integró al Movimiento Misionero Mundial y llegó a convertirse en Pastor. Estudioso de la Biblia, inteligente y amable como ningún otro siervo del Señor, el Rev. Santiago atendió, de forma paralela, los campos de los barrios Limón y Palmarito del Municipio Corozal, en la región central portorriqueña, y durante una década engrandeció con su esfuerzo, dedicación y pasión la Obra del MMM y se proclamó como un defensor firme del cristianismo. Una labor que aún hoy, después de muchos años se valora y destaca como única.
Su trabajo al servicio del Creador prosiguió a partir de los noventa en la zona costera de Manatí, conocida por ser el centro de la piña de Puerto Rico, donde bajo su liderazgo la Obra ganó rápidamente espacio  y amplió su red de iglesias en beneficio de la salvación de un sinfín de almas que al conocer su testimonio no tardaron en convertirse. Después, en 1997, los Oficiales del Movimiento lo designaron Supervisor Nacional de su país en virtud a su prolija y fructífera labor. En tanto que en 2003 y 2004 fue nombrado Supervisor Misionero en República Dominicana y Haití y en 2005 fue nombrado Supervisor Nacional de República Dominicana.
Sinaí Santiago Díaz fue en resumen un hombre de Dios que luchó a favor de la consolidación de la Obra  y de la gloria del Todopoderoso por intermedio de un testimonio de vida milagroso y sólido que supo llegar a Colombia, Perú, Venezuela, Ecuador, Haití, República Dominicana y a diferentes partes de los Estados Unidos y se extendió por toda la red de hospitales de Puerto Rico y al resto del mundo. Una prueba palpable del poderío del Señor, que se marchó al cielo el 16 de septiembre de 2008, pero que dejó detrás de sí una estela de compromiso digna de imitar e igualar.
El mejor regalo de Dios
Me quedaríacorta en palabras para describir todo lo que representó para mí el hermano Sinaí Santiago. Como amigo, esposo y Pastor fue lo mejor que tuve en mi vida. Fue, sin duda, el mejor regalo que Dios me hizo a lo largo de mi existencia. En lo individual, se destacó como una persona de gran inteligencia y trabajador indesmayable. Asimismo, agregaría que él, desde su conversión al evangelio, se entregó en cuerpo y alma al Movimiento Misionero Mundial y puedo dar testimonio de lo mucho que amó la Obra de Dios.
Sus principales logros para la gloria del Señor estuvieron ligados a los pueblos de Puerto Rico, Haití y República Dominicana. En estos tres países, donde gracias a su empuje y dedicación se edificaron un sinnúmero de iglesias y templos, su profundo amor por el Creador y su defensa inquebrantable de las Sagradas Escrituras lo llevaron a ser fuente de inspiración para miles de inconversos que al conocer su testimonio no tardaron en aceptar a Dios como su Salvador.Sinaí Santiago Díaz, la irrefutable prueba de la grandeza del Señor. La ciencia se rindió ante el crítico cuadro clínico que acompañó su existencia. Pero volvió de la muerte para testimoniar que nada es imposible para el Todopoderoso y multiplicar la Obra de Dios.
Cuando usted termine de leer esta semblanza habrá conocido la existencia de un defensor de la Palabra del Todopoderoso. Un luchador que, tras derrotar de forma milagrosa a los males físicos que mantuvieron en jaque su existencia y lo llevaron hasta la muerte, fue el símbolo del poder de Dios y la fe cristiana. Un hombre que en los últimos 28 años de su vida maravilló a la medicina, la ciencia y a millones de hermanos que conocieron, vieron y oyeron su espléndido testimonio de sanación y redención.
Fue hace 31 años, en 1980, cuando Sinaí Santiago Díaz, nacido el 26 de octubre de 1950, se convirtió en una prueba viviente de las grandes cosas que el Señor puede realizar en la vida de todo aquel que cree en su Palabra. Entregado a los caminos mundanos, con un cuerpo deslucido y famélico, atravesó la finísima línea que separa la existencia de la muerte y regresó airoso de las tinieblas por voluntad del Altísimo que lo bendijo con el milagro de la vida. El prodigio ocurrió en su natal Puerto Rico y determinó la transformación de un pecador en un varón del Señor.
Sinaí bordeaba los treinta años, once de ellos sufriendo un trastorno del esófago poco común llamado acalasia, que le impedía alimentarse con normalidad, y había sido condenado a muerte por el conocimiento terrenal. Tras ser declarado cadáver, y transferido a la morgue del hospital en el que se encontraba, el Eterno Dios cambió su destino y le encargó la misión de convertirse en señal humana de su grandeza.  El día de su histórica vuelta a la vida, luego de haber conocido desde muy niño acerca de Jesús pero nunca aceptarlo como su Señor, su clamor, y el de toda su familia, fue atendido desde los cielos y determinó la llegada de un nuevo hijo al Evangelio.
Pero, ¿cómo, cuándo y dónde empezó la milagrosa historia de Sinaí Santiago? Dedicando gran parte de sus días mundanos a la hojalatería y la pintura de autos, este hombre de profundas convicciones cristianas, tuvo su primer acercamiento con la Iglesia a la edad de 15 años. En Bayamón, un municipio costero de Puerto Rico, congregó por algún tiempo en el templo Defensores de la Fe. Fueron apenas unos meses que sembrarían el temor y amor por Dios.
Tiempo después, y luego de unir su vida con Norma Santiago López, el 15 de febrero de 1969, al hermano Sinaí se le diagnosticó cáncer al esófago y se le pronosticó una muerte segura a corto plazo. Sin embargo, cuando todo apuntaba a un rápido deceso, el Señor irrumpió en su presente y lo restableció ante la sorpresa de los médicos y especialistas del Centro Médico de Río Piedras, en San Juan (Puerto Rico), y la felicidad de Rosa María Díaz, su madre, quien había entregado su existencia al cristianismo unos meses antes. Fue el primer llamado de Cristo no atendido por Santiago y es que tras recuperar la salud reinició su vida secular.
Posteriormente, en 1975, volvió a sucumbir ante los males físicos. Acariciado una y otra vez por la gracia del Señor, pero dedicado de forma exclusiva a luchar diariamente para subsistir junto a su mujer y sus hijos, Leslie Marie y Adalberto, fue internado en el Hospital Regional de Bayamón de nuevo por problemas en su esófago. Sus constantes negativas a las exhortaciones del Todopoderoso, que le llegaron a través del Pastor Samuel Rodríguez, de sus familiares más cercanos y de otras personas, lo dejaron al borde de la muerte. Sin embargo, como en la anterior oportunidad, salió bien librado de los inconvenientes de salud por obra del Padre.
Después, en 1980, cuando creía que tenía controlada la enfermedad que lo aquejaba, Sinaí debió pasar por una prueba enorme y durísima impuesta por Dios. Un buen día, su primo Víctor Santiago, cansado de su egocentrismo y su desprecio por el Altísimo, le aseguró que oraría para que Jesucristo lo volviera a poner a prueba. El anuncio se cumplió y de forma muy dramática. Al pasar unos chequeos de rutina fue víctima de mala praxis por parte de un galeno inexperto, quien lo deportó con sus malas artes al abismo de la defunción.
Los médicos decretaron que había llegado su hora final, pero él, al verse conducido a la morgue, en un rapto extremo de conversión gritó con todas sus fuerzas: “Jehová es mi pastor; nada me faltará… Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento”. Santiago afirmó en su paso por Perú, en la XIX Convención Nacional del Movimiento Misionero Mundial, en enero de 2008, que entonces retornó a la vida ante la conmoción generalizada. De inmediato, una gratitud casi natural lo llevó a entregarse a Dios, mientras su mujer hacia lo mismo debajo de un árbol a las afueras del nosocomio. En seguida, contó su verdad a la hermana Isabelita Falú y selló su unión al pueblo de Cristo.
En 1981, ya junto a Dios, levantó una Iglesia en el Barrio Galateo, del municipio de Toa Alta, uno de los más antiguos de Puerto Rico, y al poco tiempo se integró al Movimiento Misionero Mundial y llegó a convertirse en Pastor. Estudioso de la Biblia, inteligente y amable como ningún otro siervo del Señor, el Rev. Santiago atendió, de forma paralela, los campos de los barrios Limón y Palmarito del Municipio Corozal, en la región central portorriqueña, y durante una década engrandeció con su esfuerzo, dedicación y pasión la Obra del MMM y se proclamó como un defensor firme del cristianismo. Una labor que aún hoy, después de muchos años se valora y destaca como única.
Su trabajo al servicio del Creador prosiguió a partir de los noventa en la zona costera de Manatí, conocida por ser el centro de la piña de Puerto Rico, donde bajo su liderazgo la Obra ganó rápidamente espacio  y amplió su red de iglesias en beneficio de la salvación de un sinfín de almas que al conocer su testimonio no tardaron en convertirse. Después, en 1997, los Oficiales del Movimiento lo designaron Supervisor Nacional de su país en virtud a su prolija y fructífera labor. En tanto que en 2003 y 2004 fue nombrado Supervisor Misionero en República Dominicana y Haití y en 2005 fue nombrado Supervisor Nacional de República Dominicana.
Sinaí Santiago Díaz fue en resumen un hombre de Dios que luchó a favor de la consolidación de la Obra  y de la gloria del Todopoderoso por intermedio de un testimonio de vida milagroso y sólido que supo llegar a Colombia, Perú, Venezuela, Ecuador, Haití, República Dominicana y a diferentes partes de los Estados Unidos y se extendió por toda la red de hospitales de Puerto Rico y al resto del mundo. Una prueba palpable del poderío del Señor, que se marchó al cielo el 16 de septiembre de 2008, pero que dejó detrás de sí una estela de compromiso digna de imitar e igualar.
El mejor regalo de Dios
Me quedaríacorta en palabras para describir todo lo que representó para mí el hermano Sinaí Santiago. Como amigo, esposo y Pastor fue lo mejor que tuve en mi vida. Fue, sin duda, el mejor regalo que Dios me hizo a lo largo de mi existencia. En lo individual, se destacó como una persona de gran inteligencia y trabajador indesmayable. Asimismo, agregaría que él, desde su conversión al evangelio, se entregó en cuerpo y alma al Movimiento Misionero Mundial y puedo dar testimonio de lo mucho que amó la Obra de Dios.
Sus principales logros para la gloria del Señor estuvieron ligados a los pueblos de Puerto Rico, Haití y República Dominicana. En estos tres países, donde gracias a su empuje y dedicación se edificaron un sinnúmero de iglesias y templos, su profundo amor por el Creador y su defensa inquebrantable de las Sagradas Escrituras lo llevaron a ser fuente de inspiración para miles de inconversos que al conocer su testimonio no tardaron en aceptar a Dios como su Salvador.Sinaí Santiago Díaz, la irrefutable prueba de la grandeza del Señor. La ciencia se rindió ante el crítico cuadro clínico que acompañó su existencia. Pero volvió de la muerte para testimoniar que nada es imposible para el Todopoderoso y multiplicar la Obra de Dios.
Cuando usted termine de leer esta semblanza habrá conocido la existencia de un defensor de la Palabra del Todopoderoso. Un luchador que, tras derrotar de forma milagrosa a los males físicos que mantuvieron en jaque su existencia y lo llevaron hasta la muerte, fue el símbolo del poder de Dios y la fe cristiana. Un hombre que en los últimos 28 años de su vida maravilló a la medicina, la ciencia y a millones de hermanos que conocieron, vieron y oyeron su espléndido testimonio de sanación y redención.
Fue hace 31 años, en 1980, cuando Sinaí Santiago Díaz, nacido el 26 de octubre de 1950, se convirtió en una prueba viviente de las grandes cosas que el Señor puede realizar en la vida de todo aquel que cree en su Palabra. Entregado a los caminos mundanos, con un cuerpo deslucido y famélico, atravesó la finísima línea que separa la existencia de la muerte y regresó airoso de las tinieblas por voluntad del Altísimo que lo bendijo con el milagro de la vida. El prodigio ocurrió en su natal Puerto Rico y determinó la transformación de un pecador en un varón del Señor.
Sinaí bordeaba los treinta años, once de ellos sufriendo un trastorno del esófago poco común llamado acalasia, que le impedía alimentarse con normalidad, y había sido condenado a muerte por el conocimiento terrenal. Tras ser declarado cadáver, y transferido a la morgue del hospital en el que se encontraba, el Eterno Dios cambió su destino y le encargó la misión de convertirse en señal humana de su grandeza.  El día de su histórica vuelta a la vida, luego de haber conocido desde muy niño acerca de Jesús pero nunca aceptarlo como su Señor, su clamor, y el de toda su familia, fue atendido desde los cielos y determinó la llegada de un nuevo hijo al Evangelio.
Pero, ¿cómo, cuándo y dónde empezó la milagrosa historia de Sinaí Santiago? Dedicando gran parte de sus días mundanos a la hojalatería y la pintura de autos, este hombre de profundas convicciones cristianas, tuvo su primer acercamiento con la Iglesia a la edad de 15 años. En Bayamón, un municipio costero de Puerto Rico, congregó por algún tiempo en el templo Defensores de la Fe. Fueron apenas unos meses que sembrarían el temor y amor por Dios.
Tiempo después, y luego de unir su vida con Norma Santiago López, el 15 de febrero de 1969, al hermano Sinaí se le diagnosticó cáncer al esófago y se le pronosticó una muerte segura a corto plazo. Sin embargo, cuando todo apuntaba a un rápido deceso, el Señor irrumpió en su presente y lo restableció ante la sorpresa de los médicos y especialistas del Centro Médico de Río Piedras, en San Juan (Puerto Rico), y la felicidad de Rosa María Díaz, su madre, quien había entregado su existencia al cristianismo unos meses antes. Fue el primer llamado de Cristo no atendido por Santiago y es que tras recuperar la salud reinició su vida secular.
Posteriormente, en 1975, volvió a sucumbir ante los males físicos. Acariciado una y otra vez por la gracia del Señor, pero dedicado de forma exclusiva a luchar diariamente para subsistir junto a su mujer y sus hijos, Leslie Marie y Adalberto, fue internado en el Hospital Regional de Bayamón de nuevo por problemas en su esófago. Sus constantes negativas a las exhortaciones del Todopoderoso, que le llegaron a través del Pastor Samuel Rodríguez, de sus familiares más cercanos y de otras personas, lo dejaron al borde de la muerte. Sin embargo, como en la anterior oportunidad, salió bien librado de los inconvenientes de salud por obra del Padre.
Después, en 1980, cuando creía que tenía controlada la enfermedad que lo aquejaba, Sinaí debió pasar por una prueba enorme y durísima impuesta por Dios. Un buen día, su primo Víctor Santiago, cansado de su egocentrismo y su desprecio por el Altísimo, le aseguró que oraría para que Jesucristo lo volviera a poner a prueba. El anuncio se cumplió y de forma muy dramática. Al pasar unos chequeos de rutina fue víctima de mala praxis por parte de un galeno inexperto, quien lo deportó con sus malas artes al abismo de la defunción.
Los médicos decretaron que había llegado su hora final, pero él, al verse conducido a la morgue, en un rapto extremo de conversión gritó con todas sus fuerzas: “Jehová es mi pastor; nada me faltará… Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento”. Santiago afirmó en su paso por Perú, en la XIX Convención Nacional del Movimiento Misionero Mundial, en enero de 2008, que entonces retornó a la vida ante la conmoción generalizada. De inmediato, una gratitud casi natural lo llevó a entregarse a Dios, mientras su mujer hacia lo mismo debajo de un árbol a las afueras del nosocomio. En seguida, contó su verdad a la hermana Isabelita Falú y selló su unión al pueblo de Cristo.
En 1981, ya junto a Dios, levantó una Iglesia en el Barrio Galateo, del municipio de Toa Alta, uno de los más antiguos de Puerto Rico, y al poco tiempo se integró al Movimiento Misionero Mundial y llegó a convertirse en Pastor. Estudioso de la Biblia, inteligente y amable como ningún otro siervo del Señor, el Rev. Santiago atendió, de forma paralela, los campos de los barrios Limón y Palmarito del Municipio Corozal, en la región central portorriqueña, y durante una década engrandeció con su esfuerzo, dedicación y pasión la Obra del MMM y se proclamó como un defensor firme del cristianismo. Una labor que aún hoy, después de muchos años se valora y destaca como única.
Su trabajo al servicio del Creador prosiguió a partir de los noventa en la zona costera de Manatí, conocida por ser el centro de la piña de Puerto Rico, donde bajo su liderazgo la Obra ganó rápidamente espacio  y amplió su red de iglesias en beneficio de la salvación de un sinfín de almas que al conocer su testimonio no tardaron en convertirse. Después, en 1997, los Oficiales del Movimiento lo designaron Supervisor Nacional de su país en virtud a su prolija y fructífera labor. En tanto que en 2003 y 2004 fue nombrado Supervisor Misionero en República Dominicana y Haití y en 2005 fue nombrado Supervisor Nacional de República Dominicana.
Sinaí Santiago Díaz fue en resumen un hombre de Dios que luchó a favor de la consolidación de la Obra  y de la gloria del Todopoderoso por intermedio de un testimonio de vida milagroso y sólido que supo llegar a Colombia, Perú, Venezuela, Ecuador, Haití, República Dominicana y a diferentes partes de los Estados Unidos y se extendió por toda la red de hospitales de Puerto Rico y al resto del mundo. Una prueba palpable del poderío del Señor, que se marchó al cielo el 16 de septiembre de 2008, pero que dejó detrás de sí una estela de compromiso digna de imitar e igualar.
El mejor regalo de Dios
Me quedaríacorta en palabras para describir todo lo que representó para mí el hermano Sinaí Santiago. Como amigo, esposo y Pastor fue lo mejor que tuve en mi vida. Fue, sin duda, el mejor regalo que Dios me hizo a lo largo de mi existencia. En lo individual, se destacó como una persona de gran inteligencia y trabajador indesmayable. Asimismo, agregaría que él, desde su conversión al evangelio, se entregó en cuerpo y alma al Movimiento Misionero Mundial y puedo dar testimonio de lo mucho que amó la Obra de Dios.
Sus principales logros para la gloria del Señor estuvieron ligados a los pueblos de Puerto Rico, Haití y República Dominicana. En estos tres países, donde gracias a su empuje y dedicación se edificaron un sinnúmero de iglesias y templos, su profundo amor por el Creador y su defensa inquebrantable de las Sagradas Escrituras lo llevaron a ser fuente de inspiración para miles de inconversos que al conocer su testimonio no tardaron en aceptar a Dios como su Salvador.Sinaí Santiago Díaz, la irrefutable prueba de la grandeza del Señor. La ciencia se rindió ante el crítico cuadro clínico que acompañó su existencia. Pero volvió de la muerte para testimoniar que nada es imposible para el Todopoderoso y multiplicar la Obra de Dios.
Cuando usted termine de leer esta semblanza habrá conocido la existencia de un defensor de la Palabra del Todopoderoso. Un luchador que, tras derrotar de forma milagrosa a los males físicos que mantuvieron en jaque su existencia y lo llevaron hasta la muerte, fue el símbolo del poder de Dios y la fe cristiana. Un hombre que en los últimos 28 años de su vida maravilló a la medicina, la ciencia y a millones de hermanos que conocieron, vieron y oyeron su espléndido testimonio de sanación y redención.
Fue hace 31 años, en 1980, cuando Sinaí Santiago Díaz, nacido el 26 de octubre de 1950, se convirtió en una prueba viviente de las grandes cosas que el Señor puede realizar en la vida de todo aquel que cree en su Palabra. Entregado a los caminos mundanos, con un cuerpo deslucido y famélico, atravesó la finísima línea que separa la existencia de la muerte y regresó airoso de las tinieblas por voluntad del Altísimo que lo bendijo con el milagro de la vida. El prodigio ocurrió en su natal Puerto Rico y determinó la transformación de un pecador en un varón del Señor.
Sinaí bordeaba los treinta años, once de ellos sufriendo un trastorno del esófago poco común llamado acalasia, que le impedía alimentarse con normalidad, y había sido condenado a muerte por el conocimiento terrenal. Tras ser declarado cadáver, y transferido a la morgue del hospital en el que se encontraba, el Eterno Dios cambió su destino y le encargó la misión de convertirse en señal humana de su grandeza.  El día de su histórica vuelta a la vida, luego de haber conocido desde muy niño acerca de Jesús pero nunca aceptarlo como su Señor, su clamor, y el de toda su familia, fue atendido desde los cielos y determinó la llegada de un nuevo hijo al Evangelio.
Pero, ¿cómo, cuándo y dónde empezó la milagrosa historia de Sinaí Santiago? Dedicando gran parte de sus días mundanos a la hojalatería y la pintura de autos, este hombre de profundas convicciones cristianas, tuvo su primer acercamiento con la Iglesia a la edad de 15 años. En Bayamón, un municipio costero de Puerto Rico, congregó por algún tiempo en el templo Defensores de la Fe. Fueron apenas unos meses que sembrarían el temor y amor por Dios.
Tiempo después, y luego de unir su vida con Norma Santiago López, el 15 de febrero de 1969, al hermano Sinaí se le diagnosticó cáncer al esófago y se le pronosticó una muerte segura a corto plazo. Sin embargo, cuando todo apuntaba a un rápido deceso, el Señor irrumpió en su presente y lo restableció ante la sorpresa de los médicos y especialistas del Centro Médico de Río Piedras, en San Juan (Puerto Rico), y la felicidad de Rosa María Díaz, su madre, quien había entregado su existencia al cristianismo unos meses antes. Fue el primer llamado de Cristo no atendido por Santiago y es que tras recuperar la salud reinició su vida secular.
Posteriormente, en 1975, volvió a sucumbir ante los males físicos. Acariciado una y otra vez por la gracia del Señor, pero dedicado de forma exclusiva a luchar diariamente para subsistir junto a su mujer y sus hijos, Leslie Marie y Adalberto, fue internado en el Hospital Regional de Bayamón de nuevo por problemas en su esófago. Sus constantes negativas a las exhortaciones del Todopoderoso, que le llegaron a través del Pastor Samuel Rodríguez, de sus familiares más cercanos y de otras personas, lo dejaron al borde de la muerte. Sin embargo, como en la anterior oportunidad, salió bien librado de los inconvenientes de salud por obra del Padre.
Después, en 1980, cuando creía que tenía controlada la enfermedad que lo aquejaba, Sinaí debió pasar por una prueba enorme y durísima impuesta por Dios. Un buen día, su primo Víctor Santiago, cansado de su egocentrismo y su desprecio por el Altísimo, le aseguró que oraría para que Jesucristo lo volviera a poner a prueba. El anuncio se cumplió y de forma muy dramática. Al pasar unos chequeos de rutina fue víctima de mala praxis por parte de un galeno inexperto, quien lo deportó con sus malas artes al abismo de la defunción.
Los médicos decretaron que había llegado su hora final, pero él, al verse conducido a la morgue, en un rapto extremo de conversión gritó con todas sus fuerzas: “Jehová es mi pastor; nada me faltará… Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento”. Santiago afirmó en su paso por Perú, en la XIX Convención Nacional del Movimiento Misionero Mundial, en enero de 2008, que entonces retornó a la vida ante la conmoción generalizada. De inmediato, una gratitud casi natural lo llevó a entregarse a Dios, mientras su mujer hacia lo mismo debajo de un árbol a las afueras del nosocomio. En seguida, contó su verdad a la hermana Isabelita Falú y selló su unión al pueblo de Cristo.
En 1981, ya junto a Dios, levantó una Iglesia en el Barrio Galateo, del municipio de Toa Alta, uno de los más antiguos de Puerto Rico, y al poco tiempo se integró al Movimiento Misionero Mundial y llegó a convertirse en Pastor. Estudioso de la Biblia, inteligente y amable como ningún otro siervo del Señor, el Rev. Santiago atendió, de forma paralela, los campos de los barrios Limón y Palmarito del Municipio Corozal, en la región central portorriqueña, y durante una década engrandeció con su esfuerzo, dedicación y pasión la Obra del MMM y se proclamó como un defensor firme del cristianismo. Una labor que aún hoy, después de muchos años se valora y destaca como única.
Su trabajo al servicio del Creador prosiguió a partir de los noventa en la zona costera de Manatí, conocida por ser el centro de la piña de Puerto Rico, donde bajo su liderazgo la Obra ganó rápidamente espacio  y amplió su red de iglesias en beneficio de la salvación de un sinfín de almas que al conocer su testimonio no tardaron en convertirse. Después, en 1997, los Oficiales del Movimiento lo designaron Supervisor Nacional de su país en virtud a su prolija y fructífera labor. En tanto que en 2003 y 2004 fue nombrado Supervisor Misionero en República Dominicana y Haití y en 2005 fue nombrado Supervisor Nacional de República Dominicana.
Sinaí Santiago Díaz fue en resumen un hombre de Dios que luchó a favor de la consolidación de la Obra  y de la gloria del Todopoderoso por intermedio de un testimonio de vida milagroso y sólido que supo llegar a Colombia, Perú, Venezuela, Ecuador, Haití, República Dominicana y a diferentes partes de los Estados Unidos y se extendió por toda la red de hospitales de Puerto Rico y al resto del mundo. Una prueba palpable del poderío del Señor, que se marchó al cielo el 16 de septiembre de 2008, pero que dejó detrás de sí una estela de compromiso digna de imitar e igualar.
El mejor regalo de Dios
Me quedaríacorta en palabras para describir todo lo que representó para mí el hermano Sinaí Santiago. Como amigo, esposo y Pastor fue lo mejor que tuve en mi vida. Fue, sin duda, el mejor regalo que Dios me hizo a lo largo de mi existencia. En lo individual, se destacó como una persona de gran inteligencia y trabajador indesmayable. Asimismo, agregaría que él, desde su conversión al evangelio, se entregó en cuerpo y alma al Movimiento Misionero Mundial y puedo dar testimonio de lo mucho que amó la Obra de Dios.
Sus principales logros para la gloria del Señor estuvieron ligados a los pueblos de Puerto Rico, Haití y República Dominicana. En estos tres países, donde gracias a su empuje y dedicación se edificaron un sinnúmero de iglesias y templos, su profundo amor por el Creador y su defensa inquebrantable de las Sagradas Escrituras lo llevaron a ser fuente de inspiración para miles de inconversos que al conocer su testimonio no tardaron en aceptar a Dios como su Salvador.

Profanan tumbas de niños en cementerio de Huaral


A pocos días de Halloween Cuatro personas fueron detenidas por personal de seguridad de la Municipalidad Provincial de Huaral (Lima) cuando profanaban tumbas de niños en el Cementerio de los Naturales de la localidad.
Entre los detenidos están dos menores de 17 años, de iniciales M.M.E. y D.L.P., quienes se encontraban en compañía de Daniel Julio Chávez (23) y Carlos Olivares López (22).
De acuerdo a los testigos los jóvenes habrían estado realizando un rito satánico, aunque en momentos de su detención lo negaron todo, por lo que fueron conducidos a la comisaría de Huaral para las investigaciones que estarán a cargo de la fiscalía.



Las tumbas del pabellón de niños en el cementerio de la localidad de Huaral en el norte chico de Lima llamó la atención de las autoridades que identificaron a un grupo de jóvenes en estado de ebriedad como responsables del sacrilegio con fines macabros.





Sin respeto por los cuerpos de los fallecidos, cuatro jóvenes fueron descubiertos mientras profanaban los nichos del cementerio de Huaral.
Los detenidos escogieron nada menos que el pabellón de los niños para iniciar una especie de ritual. Rompieron los nichos y sacaron los restos que encontraban en los ataúdes. Un grupo de vecinos los vio y avisó de inmediato a Serenazgo.
“Tienes que probar (tus acusaciones)”, se limitó a decir uno de los acusados ante cámaras de Panamericana Televisión.
Los cuatro fueron vistos desde muy temprano al interior del cementerio tomando licor y haciendo gestos extraños al parecer de adoración a algún ser sobrenatural.
Entre los detenidos se identificó a Daniel Julio Chávez, Carlos Olivares López y dos menores de edad de 17 años.
A pesar de descubrirse cuatro nichos profanados, estos individuos negaron todo a los efectivos policiales y finalmente fueron trasladados a la comisaría de la zona para las investigaciones respectivas.
    

Pastores de todo el Perú participan de retiro espiritual en Huaycán

Gran número de pastores se reunieron en la Iglesia del Movimiento Misionero Mundial en Huaycán. Los siervos de Dios vienen disfrutando de un edificante retiro espiritual que terminará este viernes.
Desde distintas parte del Perú los obreros de Cristo han llegado a la capital peruana para tener momentos especiales de intimidad con Dios y junto a la directiva oficial de nuestra organización establecer nuevas estrategias a favor de la evangelización.
Debemos resaltar la presencia del reverendo Rodolfo González, fundador del Movimiento Misionero Mundial en el Perú, quien acompañado de su amada esposa, la misionera Rita Vásquez, tuvieron una participación especial en el primer servicio del retiro.
En tan importante evento el Rev. González, compartió un poderoso mensaje basado en el libro de Éxodo capítulo 33, en el se resaltó la importancia de que el líder de una congregación trabaje esforzadamente y sin pereza.
Puso como ejemplo a Aarón quien consintió el pecado en el pueblo de Israel, en lugar de corregirlo con autoridad de lo alto.
“El hombre de Dios debe vivir en santidad, consagrando su vida en ayuno y oración y no pasarle la mano al pecado”, manifestó nuestro amado pastor.

                                                     
  Fueron dias llenos de la presencia de Dios
en donde los siervos de Dios pudieron renovarse y renovar el compromiso con Dios de declarar al pecado y ser fiel al llamado que Dios les dio .
La palabra que nuestro pastor Rodolfo declaro fue de mucha bendicion y edificacion para el pueblo , cada dia siempre debemos dar gracias a Dios por este hombre de Dios que nos predica con el ejemplo que el siempre da , hermanos que Dios les bendiga y adelante siervos de Dios.