viernes, 16 de diciembre de 2011

Maria, una mujer escogida por Dios para ser madre



La mujer que en su vida tiene la oportunidad de ser madre goza de un gran privilegio. De importancia crucial es, pues, que la mujer sea consciente de que el privilegio y el honor de dar la vida a otro ser humano provienen directamente de Dios.
La Bibliadistingue a muchas mujeres valientes, capacitadas, generosas, humildes, abnegadas y de fe. Entre todas ellas resalta a María. Si bien nosotros no la idolatramos, ni le damos culto, ni adoración, reconocemos que Dios puso los ojos en ella para cumplir el más grandioso de los planes jamás ideados por Él: la redención de la raza humana.
“María dijo: He aquí la sierva del Señor, hágase conmigo conforme a tu palabra… Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, y su misericordia es de generación a los que le temen”, Lucas 1:38, 46-50.
Aquella doncella hebrea reunía cualidades hermosas que hicieron que Dios se fijara en ella para llevar a cabo el gran misterio de la encarnación de Jesús. Cualidades resaltantes en María: 1) Su humildad y su disposición para el servicio; 2) su fe y piedad; 3) su capacidad para guardar secretos; 4) y su fidelidad.

1.- María, una mujer humilde

La sociedad actual está caracterizada por el aumento vertiginoso de los embarazos frutos del sexo prematrimonial. Hoy día, el caso de María hubiese sido “uno entre tantos”. Sin embargo, el embarazo de las jóvenes solteras pone abruptamente el punto final a la infancia y a la inocencia, para marcar el inicio de las responsabilidades de una mujer.
María, nunca había conocido varón y, en su tiempo, quedarse embarazada fuera del matrimonio era considerado como un delito digno de muerte, llevando en su seno lo que parecería el fruto de la fornicación, y más al estar desposada con José. No obstante, son hermosas las palabras que pronunció, cuando recibió el mensaje del ángel Gabriel: “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra”(Lucas 1:38).
Para desempeñar la función de madre, es necesario que la mujer entienda que ella es una sierva del Señor. Sin duda, es triste cuando un hijo es menospreciado, pero también es de lamentar cuando una madre lo idolatra. La madre ha de pedirle al Señor sabiduría, madurez y fortaleza para cumplir lo mejor posible con dicha responsabilidad.
Cuando recibió la noticia de que quedaría embarazada, María le pidió a Dios que todas las cosas se encaminaran según su Palabra. Definitivamente, criar a nuestros hijos bajo la guía divina es la mejor herencia que podemos dejarles.

2.- María, una mujer de fe y de piedad

Confiaba totalmente en Dios, y aceptó el reto de llevar en su seno al Creador. María entendió que ser la madre del Mesías le haría una mujer bienaventurada entre todas las generaciones (Lucas 1:48). Cuando una mujer no ve como una bendición el tener un hijo, será incapaz de cumplir con su deber maternal, siempre verá al niño como un estorbo, como un enemigo que le roba su tiempo y espacio.
En ciertas circunstancias, la rebeldía de los jóvenes se explica por el hecho de que nunca han conocido el calor de una madre. Al haber derrumbado los pilares de la familia, esos niños han tenido una casa y han compartido un mismo techo con sus progenitores, pero nunca fue un hogar para ellos, nunca experimentaron el amor. ¿Sabía usted que se ha probado científicamente que desde el vientre de la madre, el hijo percibe los sentimientos y las emociones?

3.- María, una mujer de confianza

“Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón” (Lucas 2:51). Ella supo guardar en secreto todo lo que el ángel le había revelado con respecto a Jesús y su misión mesiánica antes de que naciera.
Cuando María y José llevaron a Jesús al templo, para que fuera circuncidado, Simeón le profetizó:“Y una espada traspasará tu misma alma” (Lucas 2:35). María, como madre, sabía lo que pasaría con Jesús y, seguramente, sentía tristeza al pensarlo. Sin embargo, nunca permitió que sus sentimientos maternales interfirieran en el plan de Dios.
En las bodas de Caná fue a Jesús como una madre que ve las capacidades y los talentos de su hijo. María puso toda su confianza en Jesús, sabiendo que era capaz de ayudarla, y que sabría hacer lo correcto. Ella dijo a los siervos que atendían a los comensales de la boda: “Haced todo lo que os dijere”(Juan 2:5).
María le había inculcado principios morales sólidos, y sabía que Él no dañaría nunca su testimonio ni tampoco traería la deshonra a su casa. Es menester entender que los principios y los valores fundamentales de la vida se enseñan principalmente en el hogar, no en la Iglesia ni en la escuela.

4.- María, una mujer fiel

“Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena” (Juan 19:25). En medio de tanto dolor y sufrimiento, la madre de Jesús estaba al pie de la cruz. El apóstol Juan no visualizó a María como una mediadora en el plan de la redención, sino que le prestó atención a la entrañable relación filial que existía entre ambos.
Jesús sabía por qué estaba muriendo en la cruz; pero también era consciente de su responsabilidad filial. Dice la Biblia: “Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien Él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa”(Juan 19:26-27).

Conclusión
Es menester aprender a valorar a las que son nuestras madres. Cristo supo valorar a la suya hasta su partida de esta tierra. El Maestro, una y otra vez, nos ha dejado trazadas sus huellas para que las sigamos. María es una fuente de inspiración para todos nosotros: estuvo al pie de la cruz, cuando todos los amigos y los discípulos de Jesús lo habían abandonado. María fue una mujer valiente, fiel, dispuesta, reservada, llena de fe y de piedad. Imitémosla en esas cualidades tan hermosas.
La mujer que en su vida tiene la oportunidad de ser madre goza de un gran privilegio. Ser madre no significa estar cargando un bulto o un objeto cualquiera en su seno, sino abrigar a un ser viviente, el cual permitirá que perdure la raza humana. De importancia crucial es, pues, que la mujer sea consciente de que el privilegio y el honor de dar la vida a otro ser humano provienen directamente de Dios.
Por desgracia, hay mujeres que no valorizan el don divino de ser madres, y como no lo hacen, el hijo viene a convertirse para ellas en una carga, en algo molestoso, de lo cual pueden disponer a su antojo, y hasta decidir la vida o la muerte sobre él. Para desempeñar la función de madre, es menester que la mujer entienda que ante todas las cosas, ella es una sierva del Señor. Sin duda, es triste cuando un hijo es menospreciado, pero también es de lamentar cuando una madre lo idolatra.

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