miércoles, 7 de diciembre de 2011

Etapas inevitables del que quiere ser útil a Dios


Hna. Carmen Valencia de Martínez

Los hombres que han sido claves en los tiempos pasados, fueron hombres que estuvieron en el yunque. Dios los formó en momentos en los que ellos pensaban que todo había terminado.

Dios escogerá las herramientas para formarle, para quebrantarlo. El quebrantamiento es la preparación sobrenatural para ese ministerio sobrenatural que Dios le ha dado. Para un gran ministerio hay que pagar un gran precio. Los hombres que han sido claves en los tiempos pasados, fueron hombres que estuvieron en el yunque. Golpe tras golpe, Dios los formó en momentos en los que ellos pensaban que todo había terminado, pero allí estaba Dios formándolos.

1° DIOS FRUSTRA LA RAZÓN Y EL CONCEPTO HUMANO

La Biblia dice en Juan 1:45-46, leemos: “Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve”.

Cuando Cristo vino al mundo, no nació en una cuna de oro, en un palacio, ni estuvo rodeado de sirvientes. Vino al mundo en un establo, rodeado de animales, en un pueblo ignorado y menospreciado llamado Belén.

¿Puede algo bueno venir de Nazaret? ¿Puede algo bueno venir de un establo? Según el concepto humano, no; pero según el concepto de Dios, sí; porque nada es imposible para Él. Cuando Dios quiere hacer algo, por lo general va en contra de la razón, la lógica y lo racional.

Dios se aparece a Moisés escogiendo una zarza, ¡Una zarza sin atractivo, pero invadida por el fuego del Altísimo!

Él no quiere que nos olvidemos de nuestras debilidades, de nuestra fragilidad humana, de nuestras limitaciones. Él quiere que seamos conscientes de que somos simples zarzas (que no haya nada llamativo en nosotros), pero cuando la gloria de Dios está sobre nosotros, es ahí cuando algo podemos ofrecer; ¡No somos nosotros, es Dios en nosotros!

Dios quiere humildad, sometimiento. Aunque se tenga muchas virtudes, se vean muchos milagros, se predique temas muy llamativos, pues todo eso será puro follaje y la presencia de Dios se habrá alejado. No se fije en lo llamativo del árbol, fíjese en quien está dentro.

Ninguno de los doce discípulos era reconocido por su gran saber, estos hombres estaban saturados de actitudes erróneas, eran hombres comunes de Galilea, pero Jesús los seleccionó no por lo que eran, sino por lo que podían ser en sus manos. Ninguno es merecedor de servir a Dios.

¿Acaso Dios no conoce nuestras faltas, nuestras debilidades? “Lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia”, 1 Corintios 1:27-29.

Zacarías 4:6 dice: "No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos".

2° LLEVAR LAS MARCAS DE LA CARPINTERÍA


Mientras estuvo al lado de su padre José, nuestro Señor Jesucristo permaneció trabajando en el oficio de la carpintería, cumpliendo una labor silenciosa.

La carpintería para nosotros es ese tiempo en el que aparentemente nada está pasando, donde se corre el riesgo de perder la visión y el instrumento que Dios nos ha dado para trabajar. Pareciera que lo que Dios nos había hablado no se ha cumplido.

Dios quiere enseñarnos a esperar. A pesar de que llegue la ansiedad y desesperación, aunque seamos golpeados por la tentación de adelantarnos a los planes de Dios, debemos esperar. Aunque pensemos que nada está pasando, algo Dios está realizando.

Mientras estamos en la carpintería somos tratados por Dios. Es el tiempo de formación y preparación de Dios con los golpes de la vida; ahí Dios nos va a dar firmeza, nos va a forjar un carácter fuerte, y con el cincel, la sierra, y el martillo, va a quitar de nosotros lo que no sirve. Nos va a pulir y sacar brillo.

José había soñado que todos se postrarían delante de él, pero por el momento se encuentra dentro de una cisterna, todo va de mal en peor, pero más adelante él vería sus sueños realizados en Dios.

David es ungido por rey: Dios le habla a través del profeta Samuel y le unge. David guardó silencio, volvió al aprisco de las ovejas. Es que ésta es la manera más apropiada de rendir a Dios nuestra vida. David era consciente de su llamado pero se mantuvo humilde, reconociendo a su Señor. Siguió vigilando el rebaño, cumpliendo con su responsabilidad pero ya había algo dentro de David.

Noemí estaba esperando el cumplimiento de una promesa, pero hay que permanecer quietos, siendo fieles en las cosas más pequeñas; si Dios le dijo que iba a hacer de usted un misionero, cierre los oídos a lo que otros le puedan decir, porque dentro de su vida tiene ese llamado que nadie se lo va a quitar. Noemí se movió, no podemos movernos, ni ser tentados por las ofertas; por moverse, perdió muchas cosas valiosas, incluso su esposo e hijos, y volvió a su lugar de origen para recoger las migajas de la cosecha habiendo podido tener todo en sus manos. Ella no estuvo presente cuando Jehová visitó su tierra.

Dios le va a visitar, va a cumplir Sus promesas en su vida y lo único que le pide es que esté en el lugar correcto, Él irrumpirá en el silencio de su taller. Pero si está fuera de la carpintería, tendrá que conformarse con las migajas, con las experiencias y bendiciones de otros.

El diablo probablemente le ha dicho que Dios se ha olvidado de usted, que ya ha pasado mucho tiempo desde que Él le habló, y nada ha sucedido. Está solo en el desierto, donde no ve nada alrededor. Aunque se encuentre en medio del desierto, lo que hay en su corazón es un “escrito está”, lo que Dios le ha dicho le va a acompañar en el desierto y el enemigo no se lo podrá arrebatar.

TAL VEZ DIOS LO HA LLEVADO AL PROCESO SILENCIOSO DE LA CARPINTERÍA, DE LA CAPACITACIÓN, PORQUE ÉL LE QUIERE USAR PARA ALGO GRANDE.

3° DE LA CRUZ, LA MUERTE Y DEL QUEBRANTAMIENTO

Cuando Dios llega a nuestra vida, nuestro espíritu se amalgama con el Espíritu de Dios y se vuelven uno.

El Espíritu Santo tiene un trabajo: tomar control del hombre exterior; ya ha tocado nuestro hombre interior, que es nuestro espíritu, pero Él quiere tomar el control de nuestra alma, mente, voluntad y emociones, aquellas cosas que nos caracterizan como seres humanos. Es ahí donde Dios choca con nuestra cáscara dura, donde Él tiene que quebrantarnos, hacer pedazos nuestro hombre exterior, nuestros sentimientos, nuestra voluntad, nuestro yo, de lo contrario, podemos haber pasado por las marcas del establo, por la carpintería, pero si nuestro hombre exterior no ha sido quebrantado, no se ha hecho pedazos, entonces nuestra vida va a seguir regida por nuestros sentimientos y emociones y ésta parte es la que Dios tiene que tocar: llevarnos a la cruz, llevarnos a la muerte, a tal punto que tengamos que decir como el apóstol: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”.

“Si el grano de trigo no cae a tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”, Juan 12:24. “Necio, lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes”, 1 Corintios 15:36. Dios no va a poder realizar nada con nosotros, a menos que ese grano de trigo caiga a tierra, y eso nos habla de descender, de bajar, de que otros pasen sobre nosotros, de que nuestros sentimientos se hagan pedazos y que tengamos que callar, que no peleemos por nuestros derechos, de bajar la cabeza, de aprender a descansar en Dios, dejar que nos defienda porque Él sabe hacer lo mejor.

Dios no podrá usarnos si no aprendemos a ser humildes. El grano está bajo tierra, nadie lo ve, y eso es lo que Dios quiere, que no nos preocupemos porque nos vea el hombre y nos reconozca, que comprendamos que bajo tierra, donde parece que nada pasa, algo está sucediendo: la cáscara dura está siendo quebrantada bajo tierra.

Si esperamos en el hombre, nada sucederá; porque éste no es el que edifica. Dios es el que edifica y el que levanta. Podemos ser grandes oradores, hombres con habilidades o talentos personales, con gran carisma y porte, pero si no hemos muerto y no hemos sido enterrados bajo tierra, y nuestro orgullo no está ahí reducido, estaremos vacíos y secos. Lo que importa es el poder y la presencia de Dios. No queremos dones si Dios no está con nosotros. ¿Para qué ministerios si estamos descarriados?, ¿para qué posiciones; reconocimiento de un pueblo si sabemos que lo que hay dentro de nosotros es suciedad, y mentira? Podremos ganarnos el favor de muchos, pero dentro de nosotros habrá una voz que dirá: “eres un traidor, te has levantado contra mi Obra, contra el Señor mismo”. La gente no será tocada por Dios si primero no hemos sido quebrantados.

Moisés descendió tanto en la arena del desierto, que cuando María y Aarón hablaron contra él, no abrió su boca para defenderse, dejó que Dios hable por él. El desierto fue el taller de Moisés de tal manera que le había enseñado la importancia de ser alguien ante los ojos de Dios.

Dios escogerá las herramientas para formarle, para quebrantarlo. El quebrantamiento es la preparación sobrenatural para ese ministerio sobrenatural que Dios le ha dado. Para un gran ministerio hay que pagar un gran precio. Los hombres que han sido claves en los tiempos pasados, fueron hombres que estuvieron en el yunque. Golpe tras golpe, Dios los formó en momentos en los que ellos pensaban que todo había terminado, pero allí estaba Dios formándolos.

¿Qué le ha estado pasando a su vida en estos momentos? ¿Ha pensado que Dios no le oye, que Dios no va a cumplir nada de lo que le prometió? Dios le dice: “Lo que yo he prometido, lo voy a hacer”.

Sólo dejemos que Dios nos vaya formando a través de su proceso para poderle ser útiles.

DIOS VA A ABRIRLE PUERTAS, QUIERAN OTROS O NO. CUANDO DIOS QUIERE BENDECIR A ALGUIEN NO NECESITA PEDIRLE PERMISO A NADIE. DIOS LE LEVANTA, QUIERAN OTROS O NO.

En este video nos daremos cuenta de que Dios nos formo con mucho amor y dedicacion como hace un carpintero cuando crea una marioneta :




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