miércoles, 7 de diciembre de 2011

Guiando a los hijos por la senda del servicio


Rev. Alberto Ortega 

“Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, Él te desechará para siempre” (1 Crónicas 28:9).

El Rey Davidpronunció estas palabras en el momento que estaba entregando el reino de Israel a su hijo Salomón. David no centró sus consejos en las funciones reales en las que éste habría de desempeñarse, sino en las condiciones espirituales que se requerían para tomar las decisiones correctas que todo hombre tiene que asumir. Aquí están los consejos imperecederos no de un rey a un príncipe, sino los de un padre que desea el éxito de su hijo.

Una de las carencias más grandes en nuestra sociedad es la ausencia de palabras que orienten a los hijos. El compartir entre un padre y su hijo ya es casi inexistente. En nuestra era de las comunicaciones de masas, el diálogo no existe entre los seres que viven debajo del mismo techo. No se conversa, se discute; no se comparte, se pelea.

I. Señalando un escollo invisible
“Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre…”Aquí hay un escollo que muchos no ven, que muchos ignoran y, por lo mismo, sus vidas se hunden en Él. ¿Acaso Salomón no había nacido en un hogar donde Dios era conocido y adorado? ¿No asistía regularmente al lugar de oración y de adoración? ¿No aprendió como todo niño judío a leer los libros de Moisés? ¿No cantó los himnos de los libros de los Salmos? ¿Por qué entonces David le habló de reconocer a Dios?

Nosotros nos sorprendemos al ver aquel adolescente, que vivía en aquella familia fiel a Dios; sin embargo, de repente, se apartó de la fe. ¿Dónde se fraguó ese fracaso? Incluimos algunas de las respuestas:
1)  El hogar más piadoso no garantiza el conocimiento personal que debemos tener a Dios.
2)  La Iglesia más espiritual, adherida a la sana doctrina, no asegura que uno de sus miembros tenga un conocimiento personal de Dios.
3)  Hay personas que conocen la doctrina de la salvación sin haberla experimentado.
4)  Podemos conocer versículos de las Sagradas Escrituras de memoria, y no conocer a Dios personalmente.

El apóstol Pablo dijo: “velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen a Dios…”(1 Corintios 15:34). Le recordó a Timoteo que: “desde la niñez ha sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús”(2 Timoteo 3:15).

Hay un conocimiento que procede de las Escrituras y otro que procede de los tratos personales con Dios. Ambos son necesarios, pero cuando no se conocen los tratos personales e individuales con Dios, no se puede crecer ni tener una larga vida en la Iglesia.

II. El servicio fiel
“Y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario”.No existe un servicio ciego a Dios, aquel que le sirve debe de conocerle personalmente. David le dijo las dos condiciones del servicio fiel, la primera es: “con corazón perfecto”. El énfasis no está en el volumen, o en la cantidad de trabajo, sino en la calidad y en las condiciones que producen ese servicio. En primer lugar debe implicar el corazón, éste es el asiento de nuestros deseos, de nuestra voluntad, de nuestras decisiones. ¿Qué significa un corazón perfecto? Es aquel que se mueve en plenitud y no parcialmente, que lo hace por entero y no en parte.

La segunda condición para el servicio fiel es: “con ánimo voluntario”. El servicio no puede ser impuesto, tampoco fruto de la presión o de la intimidación, sino de ánimo voluntario, o sea, que se mueve dentro del hombre y no fuera de él. La palabra ánimo significa originalmente: vida, vitalidad, respiración. Esta palabra la encontramos en el libro de Génesis 2:7, leemos: “entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”.Dios sopló aliento de vida en el hombre, esta es la misma palabra que encontramos en la declaración de David por “ánimo”.

Este ánimo tiene que ser “voluntario”. Esta palabra significa: complacido con, a gusto con, inclinado a, deseoso de, movido por. Cuando nos movemos en el servicio a Dios tenemos que hacerlo con deleite, a gusto.

En Jesucristo hallamos la expresión más grande de esta cualidad: “por la cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; Más me preparaste cuerpo. Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí…”(Hebreos 10:5-9). Tomó cuerpo humano para manifestar, por medio de todas las capacidades de la vida humana, la obediencia completa. Jamás lo vimos quejarse de su servicio a su Padre Celestial.

III. servir a Dios de otra manera
Solo un concepto correcto de Dios nos llevará a un comportamiento correcto con Dios. Hay quienes pretenden justificar su rebeldía diciendo que no quieren ser hipócritas.

Dios no desea, ni tampoco promueve una vida de hipocresía, David le dijo a su hijo Salomón: “porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos” (1 Crónicas 28:9).En la palabra escudriña encontramos los significados siguientes: frecuenta, inquiere, sigue. Esto quiere decir que Dios frecuenta, sigue e inquiere nuestro corazón aunque nosotros ni siquiera lo sintamos, ni seamos conscientes de ello. Frecuenta el corazón del creyente y del inconverso, de los fieles y de los hipócritas.

Él no se limita a mirar el acto, sino que frecuenta el corazón de donde procede el acto. Luego nos dice que Dios “entiende todo intento de los pensamientos”.“Entender” en hebreo implica ser capaz de separar mentalmente algo que no se oye, se ve o se lee. Cuando en nosotros hay confusión, no somos capaces de separar las partes que componen el todo. De ahí que  no entendamos lo que oímos, vemos o leemos. Pero Dios nunca pasa por confusiones, Él siempre sabe separar, analizar, entender las profundidades de nuestro pensamiento.

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia, antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta”(Hebreos 4:12-13).

Servir a Dios no es esclavitud, es libertad. Moisés no fue obligado a servirle, sino que lo hizo voluntariamente. “Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios…” (Hebreos 11:25-26). Es un deleite servir al Señor.

Amado, si llevas tiempo sin servir a Dios como deberías, con gozo, con motivación y no lo estás sirviendo como se te ha expuesto en este mensaje, puedes ahora mismo tomar la senda de la restauración y de la victoria. Dios te está esperando para que te deleites de nuevo en su servicio. Dios te bendiga.

Rev. Alberto Ortega

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