jueves, 15 de diciembre de 2011

El Cristo imprescindible


Rev. Luis M. Ortiz

Nuestro Señor Jesucristo se proclama ante el mundo como el Cristo imprescindible, esto es: Él tiene toda potestad y sin Él nada podemos hacer. La mayoría de la humanidad no ha querido aceptar esta reclamación de Cristo y ha querido prescindir de Él y esta es la razón por la cual este mundo sigue de mal en peor. La crisis sigue cada vez más compleja.
“Y me volví para ver la voz del que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho por un cinto de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas. Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza. Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades”(Apocalipsis 1:12-18).

Nuestro Señor Jesucristo dijo: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”, Mateo 28:18; también afirmó: “Porque separados de mí nada podéis hacer”, Juan 15:5. Por medio de estas contundentes declaraciones, nuestro Señor Jesucristo se proclama ante el mundo como el Cristo imprescindible, esto es: Él tiene toda potestad y sin Él nada podemos hacer.

La mayoría de la humanidad no ha querido aceptar esta reclamación de Cristo y ha querido prescindir de Él, y esta es la razón por la cual este mundo sigue de mal en peor; la crisis sigue cada vez más compleja.

Hay crisis en lo internacional, en lo nacional, en lo familiar, en lo político, en lo social, en lo económico, en lo industrial, en lo moral, en lo docente, en lo religioso. Al prescindir de Cristo la humanidad siempre ha procurado un remedio sustituto para sus males.

En la antigüedad acudió al politeísmo: esto es para muchos dioses. Un dios para cada fuerza natural, buscando protección y ayuda de tales dioses, ideó un dios para la lluvia, otro para el fuego, otro para el viento, otro para el mar, para la guerra, para el amor, etc., pero todo resultó inútil.

Más tarde, siguiendo el mismo patrón del paganismo surgió el polisantismo, o sea, un santo de devoción para cada necesidad o problema: San Miguel para proteger, San Rafael para defender, Santa Clara para aclarar, San Antonio para el romance, San Pascual Bailón para los bailadores, etc. Pero todo igualmente ha resultado inútil. Dice el proverbio popular: “Cuando Dios no quiere, santos no pueden” y las palabras de Cristo siguen en toda su vigencia: “Toda potestad me es dada en los cielos y en la tierra”y “sin mí nada podéis hacer”.

Habiendo fallado el politeísmo y el polisantismo; ahora el hombre prescindiendo siempre de Cristo, ha acudido al policientismo, esto es mucha ciencia, una ciencia para cada poema, para cada necesidad, hasta las llamadas “ciencias ocultas”, ocultismo. Mucha ciencia, mucho conocimiento, mucho estudio, mucho examen, mucho análisis. Toda ciencia que prescinde de Dios es falsa ciencia, y por esta falsa ciencia han florecido tantas vanas filosofías con sus intrincados vanos laberintos, que jamás logran resolver los problemas humanos.

Los problemas morales y espirituales del hombre, son los que originan los demás problemas humanos, y todas las especialidades científicas, toda la ciencia de los hombres que prescinde de Cristo jamás podrá resolver los problemas fundamentales del hombre.

Ni la psicología, ni la sociología, ni la psiquiatría, ni la parasicología, ni el psicoanálisis, ni el humanismo, ni el existencialismo, ni el hipnotismo, ni el teosofismo, ni el espiritismo, ni el ocultismo, ni ninguna ciencia que prescinde de Cristo podrá cambiar el corazón del hombre pecador y darle verdadera felicidad, santidad, y abundante vida eterna; y ante una multitud de ciencias frustradas, siguen resonado las palabras de Cristo: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”y “sin mí nada podéis hacer”; Cristo es imprescindible.

Y por esta abierta rebelión del hombre contra su Hacedor, por esta marcada tendencia de ignorar a Dios y de prescindir de Cristo echándolo del santuario, del hogar y del altar familiar, prohibiendo la oración y la lectura de la Biblia en las escuelas, sustituyendo la verdadera adoración a su nombre en las iglesias, con ceremonias y ritualismos vacíos, socavando los principios bíblicos de la nación por las decisiones anticristianas de los gobiernos.

Sí, por todo eso y por mucho más que puede decirse, es por eso que el mundo va de mal en peor, y los problemas cada vez son más complejos y más alarmantes, tales como guerras, revoluciones, huelgas e inflaciones, odio, violencia, crimen, muerte, terremotos, desastres, plagas, hambres, incendios, robos, saqueos, atracos, drogas, vicios, delincuencia, vandalismo, terrorismo; degeneración, indecencia, sexualismo, nudismo, sodomía, lesbianismo, corrupción, puesto que todos los sistemas y esfuerzos humanos han fracasado; entonces todos descargan la culpa, la responsabilidad última en el individuo, y el ideal griego dice: Hombre, conócete a ti mismo; el ideal romano dice: Hombre, domínate a ti mismo; el ideal chino dice: Hombre, mejórate a ti mismo; el ideal budista dice: Hombre, aniquílate a ti mismo; el ideal brahaman dice: Hombre, profundízate a ti mismo; el ideal mahometano dice: Hombre, humíllate a ti mismo; el ideal católico dice: Hombre, sálvate a ti mismo; el ideal moderno dice: Hombre, supérate a ti mismo; y cada cual se apartó de su camino. Pero el Cristo imprescindible dice: Hombre, “toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”, y “sin mí nada podéis hacer”, “venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”.

Cristo es imprescindible, al perdido dice: Yo soy el camino; al que está en error dice: Yo soy la verdad; al extraviado: Yo soy la puerta; al sediento: Venga a mí y beba; al hambriento: Yo soy el pan de vida; al descarriado: Yo soy el buen pastor; al que está en tinieblas: Yo soy la luz; al cansado: Yo os haré descansar; al que no tiene paz: Mi paz os doy; al enfermo: Yo soy tu sanador; al moribundo: Yo soy la resurrección y la vida.

Confesó las Sagradas Escrituras, libro por libro, de Génesis a Apocalipsis, presenta Cristo una capacidad distinta. En Génesis: Cristo es la simiente de la tierra; en Éxodo: Cristo es el cordero pascual; Levítico: Sumo sacerdote; Números: Columna de fuego y nube de sombra; Deuteronomio: Profeta anunciado; Josué: Capitán de nuestra salvación; Jueces: Legislador; Ruth: Valiente redentor; Samuel: Confiable profeta; Reyes y Crónicas: Rey entronado; Esdras y Nehemías: Restaurador, Esther: Nuestro Mardoqueo; Job: Redentor que vive; Salmos: Buen pastor; Proverbios y Eclesiastés: Sabiduría; Cantares: El amado; Isaías: Príncipe de paz; Jeremías: Renuevo; Lamentaciones: Profeta que llora; Ezequiel: Maravilloso; Daniel: El cuarto varón; Oseas: Fiel esposo; Joel: Bautizador en Espíritu Santo; Amós: Que lleva nuestras cargas; Abdías: Poderoso para salvar; Jonás: Gran misionero; Miqueas: Mensajero; Nahum: Vengador; Habacuc: Evangelista; Sofonías: Salvador; Zacarías: Fuente; Malaquías: Sol de justicia.

En el Nuevo Testamento, Cristo aparece en Mateo: Como el Mesías; Marcos: Como honor de milagros; Lucas: Como Hijo de Hombre; Juan: Hijo de Dios; Hechos: Dador del Espíritu Santo; Romanos: Justificador; Corintios: Santificador; Gálatas: Redentor; Efesios: Poseedor de riquezas; Filipenses: Proveedor, Colosenses: Plenitud de la divinidad; Tesalonicenses: Rey que viene; Timoteo: Mediador; Tito: Fiel pastor, Filemón: Amigo fiel; Hebreos: Testador; Santiago: Gran sanador; Pedro: Príncipe de los pastores; Juan: Amor; Judas: El Señor que viene; Apocalipsis: Rey de reyes y Señor de Señores.

Verdaderamente Cristo es imprescindible, en Él tenemos un amor que no puede ser medido, una vida que no puede medir, una justicia que no puede ser variada; una paz que no puede ser quitada, un descanso que no puede ser interrumpido, un gozo que no puede ser turbado, una esperanza que no puede ser burlada, una luz que no puede ser apagada, una gloria que no puede ser nublada; en Él estamos cumplidos, y en Él lo tenemos todo. Cristo es el todo, sin Él nada tenemos, nada somos, nada sabemos, nada podemos, sin Él estamos perdidos; CRISTO ES IMPRESCINDIBLE.

Amigo, ven a Cristo en este momento, recíbele en tu corazón, pídele perdón por todos tus pecados, y por vagar lejos de Él. Dile en estos instantes: Yo vengo a ti Jesús divino, cansado de vagar por mil senderos. Hoy te acepto como único camino que conduce a mi hogar, allá en el Cielo.
  
Hay crisis en lo internacional, en lo nacional, en lo familiar, en lo político, en lo social, en lo económico, en lo industrial, en lo moral, en lo docente, en lo religioso. Al prescindir de Cristo la humanidad siempre ha procurado un remedio sustituto para sus males.

Cristo es imprescindible, al perdido dice: Yo soy el camino; al que está en error dice: Yo soy la verdad; al extraviado: Yo soy la puerta; al sediento: Venga a mí y beba; al hambriento: Yo soy el pan de vida; al descarriado: Yo soy el buen pastor; al que está en tinieblas: Yo soy la luz; al cansado: Yo os haré descansar; al que no tiene paz: Mi paz os doy; al enfermo: Yo soy tu sanador; al moribundo: Yo soy la resurrección y la vida.

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