lunes, 19 de diciembre de 2011

El gran significado del compromiso

 
 
Por eso el hombre de Dios que está comprometido, no se puede desviar, nadie que milita y ha sido reclutado, puede enredarse en los negocios ajenos a fin de agradar aquel que le tomó por soldado, ninguna persona que Dios ha llamado puede entretenerse y seguir como si nada hubiera pasado.
No podemos venir a hacer un compromiso y después decir que no lo sabíamos. Uno debe conocerlo, “porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula (considera) los gastos, a ver si tiene lo que necesita  para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar”(Lucas 14:28-30). Muchos quieren llegar a ser hombres de Dios, tener muchas cosas en el programa de Dios, pero nunca se han sentado por un instante a considerar como llegar allá, que precio o exigencia le demanda Dios.

Si usted es un pastor, la Obra le demanda tiempo; el pueblo que pastorea, le demanda tiempo; los programas de trabajo y de evangelización nos demanda tiempo; dar cursos de formación, de liderazgo, enseñarle a otros, demanda tiempo; horas de estudio y de oración, días de ayuno, noches de vigilia, eso es servir a Dios, eso es estar comprometido. Algunos son llamados pastores, pero en la práctica no lo son porque no tienen un compromiso real con Dios. Si hay un llamado en el corazón de una persona, no puede estar cruzado de brazos y quedarse quieto; cuando uno tiene un llamamiento es como tener un fuego dentro que no le deja tranquilo, que no le deja dormir, tiene queestar produciendo, tiene que estar ocupado.

En 1 Samuel 10:26-27 nos dice: “Y envió Samuel a todo el pueblo cada uno a su casa. Saúl también se fue a su casa en Gabaa, y fueron con él los hombres de guerra cuyos corazones Dios había tocado. Pero algunos perversos dijeron: ¿Cómo nos ha de salvar éste? Y le tuvieron en poco, y no le trajeron presente; mas él disimuló”. En el capítulo 11 del mismo libro nos habla que Saúl se fue a su casa al ver que lo tuvieron en poco; recordemos que cuando lo fueron a nombrar, se escondió, no quería comprometerse, se asustó. Dios lo había llamado, había sido ungido, pero su corazón no se había comprometido para esa labor, Saúl estaba en el campo arando.

Nahas amonita viene y acampa contra los de Jabes de Galaad (una de las tribus), y comienza a hacerles presión, a amenazarlos, a humillarlos, a desesperarlos, y entonces los de Jabes se sentían sin rey que los defendiera, y viéndose en estrecho dijeron: “Haz alianza con nosotros, y te serviremos” (1 Samuel 11:1). “Y Nahas amonita les respondió: Con esta condición haré alianza con vosotros, que a cada uno de todos vosotros saque el ojo derecho, y ponga esta afrenta sobre todo Israel”(1 Samuel 11:2). Porque no solamente era perder el ojo, era perder el honor, era perder el testimonio de Dios, era perder todo, se iban a burlar los pueblos y las naciones; iban a perder el ojo derecho por cobardes, por pusilánimes, por medrosos, porque no fueron capaces de enfrentar al adversario.

El diablo trata de negociar con nosotros la visión, trata de negociar el compromiso con Dios, no podemos perder el honor, no podemos perder lo que Dios nos ha dado. La Obra ha crecido por la gracia y misericordia de Dios. Nosotros estamos comprometidos con Dios, comprometidos a no ceder, a no retroceder, a no bajar la guardia, a mantenernos en la senda, no importa lo que venga, eso no nos detendrá, eso no nos va a desanimar, nosotros hemos “puesto los ojos en Jesús, el autor y consumador (preservador) de la fe”(Hebreos 12:2).

“Entonces los ancianos de Jabes le dijeron: Danos siete días, para que enviemos mensajeros por todo el territorio de Israel; y si no hay nadie que nos defienda, saldremos a ti”(1 Samuel 11:3). Y se fueron a pregonar ese mensaje a las demás tribus, y el que iba oyendo comenzaba a llorar. “Y he aquí Saúl que venía del campo, tras los bueyes; y dijo Saúl: ¿Qué tiene el pueblo que llora? Y le contaron las palabras de los hombres de Jabes. Al oír Saúl estas palabras, el Espíritu de Dios vino sobre él con poder; y él se encendió en ira en gran manera. Y tomando un par de bueyes, los cortó en trozos y los envió por todo el territorio de Israel por medio de mensajeros, diciendo: Así se hará con los bueyes del que no saliere en pos de Saúl y en pos de Samuel. Y cayó temor de Jehová sobre el pueblo, y salieron como un solo hombre” (1 Samuel 11:5-7). Saúl cuando vio esta situación se olvidó del menosprecio de los perversos, se dio cuenta que estaba evadiendo su compromiso con Dios.

Por eso el hombre de Dios que está comprometido, no se puede desviar, nadie que milita que ha sido reclutado, puede enredarse en los negocios ajenos a fin de agradar aquel que le tomó por soldado, ninguna persona que Dios ha llamado puede entretenerse y seguir como si nada hubiera pasado, alistando todas las mañanas sus bueyes y trayéndolos de nuevo en la tarde.

Dios nos está reclamando un compromiso de verdad, una entrega total, y lo primero que tenemos que hacer es sacrificar los bueyes. Aquellos bueyes que nos tienen separado del trabajo y de la responsabilidad, que nos tienen entretenidos y que no nos dejan ver la necesidad de otros. Entonces Saúl fue y liberó a su pueblo y Dios le dio una gran victoria contra los amonitas y el pueblo lo reconoció, se dio cuenta que de verdad Dios lo había puesto. Al sacrificar los bueyes, fue el día en que se comprometió para un compromiso verdadero con Dios.

Dios quiere que tengamos un compromiso de verdad con esta Obra, que no sea solamente de labios sino de corazón, ríndale a Dios su vida, renueve su compromiso, no haga alianzas con el enemigo, no pierda la visión, sacrifique lo que tenga que sacrificar, no pierda lo que Dios le ha dado, mantente fiel a toda costa. Hoy es el día de comprometernos con Dios y su Obra.

Rev. Gustavo Martínez Garavito,Presidente Internacional del M. M. M. • parte II

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