jueves, 15 de diciembre de 2011

¿Cuál es tu nombre?


Rev. Rómulo Vergara

“Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob”.Génesis 32:26-27.
“Y se levantó aquella noche, y tomó sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc. Los tomó, pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía. Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel;porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma. Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera. Por esto no comen los hijos de Israel, hasta hoy día, del tendón que se contrajo, el cual está en el encaje del muslo; porque tocó a Jacob este sitio de su muslo en el tendón que se contrajo”,Génesis 32:22-32.

Jacob, hijo de Isaac y de Rebeca, y hermano mellizo de Esaú, alumbrado después que este último y, por ello, considerado como menor (Génesis 25:21-26). Sin embargo, antes de que ambos nacieran, Dios había, dicho “el mayor servirá al menor” (v. 23), dando así Su promesa a Jacob.

Jacob no esperó a la intervención divina, sino que se mostró dispuesto a recurrir a cualquier argucia y fraude para procurárselo por sí mismo. Siguió un acto fraudulento. Isaac era viejo y casi ciego. Rebeca convenció a Jacob para que se vistiera con ropas de Esaú, y que se cubriera el cuello y las manos con pieles de cabritos, porque Esaú era mucho más velludo que Jacob, para hacerse pasar por su hermano. Así obtendría de Isaac, que pensaba que estaba muriendo, la bendición que correspondía al derecho de primogenitura. Cuando Esaú descubrió lo que Jacob había hecho, se lamentó violentamente de haberse dejado arrebatar su derecho por su hermano. Esaú resolvió matar a su hermano cuando su padre muriera (Génesis 27:1-41).

“Y concibió Rebeca… Y los hijos luchaban dentro de ella; y dijo: Si es así, ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar a Jehová… Cuando se cumplieron sus días para dar a luz, he aquí había gemelos en su vientre. Y salió el primero rubio, y era todo velludo como una pelliza; y llamaron su nombre Esaú. Después salió su hermano, trabada su mano al calcañar de Esaú; y fue llamado su nombre Jacob”, Génesis 25:21-26. Jacob desde el vientre de su madre empezó a dar problemas. Su madre sufría por los dos muchachos, porque ambos estaban peleando en su vientre. Jacob buscando la bendición de Dios pero de una manera incorrecta, maltratando, empujando al otro, y así nació. Ya habían pasado muchos años y Jacob seguía siendo un problema para él mismo y para otros.

El nombre de Jacob significa: suplantador, engañador; él era así. Por eso Jacob estaba dispuesto por un cambio, dejó los suyos en otro lugar y se apartó con Dios, no necesitó que alguien lo acompañara o le motivara. “Y se levantó aquella noche, y tomó sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc. Los tomó, pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía. Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba”,Génesis 32:22-24.

Jacob dijo: “¡A partir de esta noche tengo que mejorar, tengo que cambiar, tengo que ser otro!” Es necesario darnos cuenta que algo está andando mal, y que tomemos el tiempo para rendirnos en el altar, para rendirnos a los pies de Cristo, a los pies de Dios.“Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba”,Génesis 32:24. Ahí es cuando se resuelven los problemas, ahí es cuando se logran las victorias, ahí es cuando se alcanzan los cambios; cuando nos apartamos y nos rendimos ante su presencia; cuando gemimos, cuando agonizamos en la presencia, cuando derramamos nuestra alma y nuestro corazón, cuando derramamos nuestras lágrimas y nos humillamos en la presencia del Señor. Allí estará el Señor bien cerca para responder a la petición y para dar la salida y solución.

“Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices”, Génesis32:25-26. Y el ángel le descoyuntó el muslo a Jacob. Imagínese el dolor que se sentiría cuando pasa algo así, pero parece que Jacob no sentía dolor porque si lo hubiera sentido hubiera gritado y se hubiera rendido, y hasta hubiera dicho “hasta aquí nomás”. Pero parece que no hizo caso al dolor, estaba buscando algo más, estaba buscando un toque especial de Dios.

No quería que le toquen físicamente, quería un toque dentro de su vida, quería un toque en su carácter, quería a partir de ese encuentro ser una persona diferente. Qué bueno es cuando alguien está decidido a cambiar, porque si está decidido no habrá nada que lo detenga, no habrá nada que le haga desistir, por muy fuerte que sea la situación, por muy terrible que sea, esa persona va en busca de lo que quiere y olvida e ignora lo que pueda pasar. A pesar que este hombre había tenido muchas experiencias con Dios, necesitaba algo más, y por conseguir esa bendición tenía que esforzarse, tenía que luchar.

“Y dijo (aquel varón): Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices”,Génesis 32:26. Jacob le dijo: ¡Si es necesario seguiremos en ayuno, seguiremos todo el día hasta la tarde, no te voy a soltar si no me bendices! ¡Esta noche es mi noche! Jacob luchaba como si fuera más fuerte que el ángel. Por eso, como Jacob hay que entregarlo todo, de todo corazón, no hay que aflojarse, no hay que soltarlo hasta que no venga la gloria de Dios, hasta que no baje la bendición, hasta que Dios nos responda. Obrero, quién sabe si en la obra ya no eres el mismo, no ves las cosas como antes, y quizás hasta estés incómodo.

¿Cuál es tu nombre?: Quizá sea CRÍTICO, porque lo que hace es criticar ahora, se la pasa criticando, hablando mal, cuestionando todo. Si no eres el mismo, ¿qué es lo que te ha hecho cambiar, por qué estás diferente?

¿Cuál es tu nombre? Tu nombre ahora es INDIFERENTE, porque actúa indiferentemente, ya no es el mismo, antes se entregaba, se sacrificaba y se esforzaba, ahora está diferente. Pero no es tiempo para estar indiferente, es tiempo para unirnos más, para entregarnos más, para esforzarnos más.

Su nombre ahora es MURMURA, ahora lo que hace es murmurar, es hablar. Un descontento tremendo.

Su nombre ahora es MUNDI, porque ya le está gustando el mundo; le está abriendo las puertas al mundo y el mundo se está metiendo poco a poco.

Ahora le llaman LIBERE, porque le gusta el liberalismo. Pero todos estamos opuestos al liberalismo, estamos completamente en desacuerdo, no es tiempo para cambiar negativamente, es tiempo para cambiar positivamente.

¿Cuál es tu nombre? Esta obra lleva un nombre de santidad, de pureza, de sacrificio, de esfuerzo, de consagración, de búsqueda de Dios, de sana doctrina, de limpio testimonio. No podemos cambiar el nombre, no nos pueden llamar de otra manera. Esa avalancha de apostasía que se levanta tiene que encontrarse con una barrera en nosotros, con una barrera  en esta Obra, deteniendo su avance en esta tierra y para que no seamos contaminados.

Dios ha levantado esta Obra para estos últimos tiempos y no le podemos fallar a Él, no podemos cambiar. Debemos estar más que nunca integrados, debemos estar unidos en este maravilloso trabajo, porque estamos en la recta final, en la gran cosecha final. Vienen momentos de gloria, momentos de gran poder, momentos extraordinarios y poderosos de parte de Dios. Se viene un derramamiento de la gloria de Dios, y seremos un instrumento en las manos de Dios para sacudir el mundo, para saturar al mundo con esta Palabra, para llevar este Evangelio de gloria por todas las naciones. Para esto Dios cuenta con hombres santos, con mujeres santas, con un pueblo consagrado. Dice el profeta Isaías 62:1, leemos:“Por amor de Sion no callaré, y por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación se encienda como una antorcha”.

¿Cuál es tu nombre? Se ha dado cuenta usted de un cambio negativo en su vida, de que ya no es la misma persona, que ya no arde igual, que se ha apagado su vida espiritual y se llame ahora FRIALDAD. Las demandas de la Obra, los conflictos, las luchas, las pruebas, los problemas, pueden producir un estancamiento y un cambio de rumbo.

¿Cuál es tu nombre? DESALIENTO. Quizás su carácter, su personalidad, su actitud, sus acciones le han llegado al punto que a veces se desalienta.

Jacob venía con ganado, venía con familia, venía con riqueza aumentada, pero decía: ¡De qué me sirve tanto ganado, de qué me sirve tantos bienes, de qué me sirve esta prosperidad, si en mi interior hay algo que no está funcionando bien, hay algo que está perturbando mi vida y estoy perturbando a otros. Yo necesito algo en mi ser, un cambio en mi vida, un cambio en mi corazón, una transformación, una liberación, una diferencia que marque mi vida; y de aquí en adelante no seré la misma persona, de aquí en adelante me voy a integrar, de aquí en adelante voy a ser otro.

Su esposa y sus hijos le dirían: Papá, por qué vienes cojeando, si ayer no te dejamos así. Le respondería Jacob: Vengo cojeando de esta pierna, pero ya no vengo cojeando de mi alma, no vengo cojeando en mi carácter, no vengo cojeando en la moral, no vengo cojeando en mi vida, no soy el mismo; es cierto que estoy cojeando y es preferible cojear de una pierna y no cojear en el testimonio, no cojear en la moral, no cojear en el alma, no cojear en lo espiritual, no cojear en el pastorado, no cojear con Dios.

Ese Jacob problemático, suplantador, engañador, falso, que dio problemas todos estos años se quedó anoche a los pies de Cristo, y ahora viene renovado, con una vida nueva, con un nombre nuevo, un nombre maravilloso que Dios le dio. “Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu  nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido”, Génesis 32: 26-28.

¿Cuál es tu nombre? ¿Acaso no está aquí el ángel, y más que el ángel no está aquí el dueño de esta Obra? ¿No está aquí el que te ha bendecido hasta hoy, el que te ha prosperado, el que te ha visto cambiar, el que puede hacer un cambio en tu vida? ¿No está aquí el que puede renovar, que puede darle un nombre nuevo, una vida diferente de ahora en adelante? Él está aquí en este momento.

Dile al Señor: ¡Señor, hoy necesito un cambio en mí, mi nombre es este Señor, estaba actuando de esta forma, no soy el mismo, me he dejado engañar por algo o alguien, siento que algo me está haciendo ser diferente de cómo era, no estoy en el lugar que debo estar! Quiero un cambio.

Amado, que en este día suceda un cambio en tu vida, dígale al Señor: ¡Dios mío aquí estoy!, no estoy viendo tu obra como antes, no estoy integrado como antes, no defiendo la sana doctrina como la hacía antes, me estoy dejando llevar por otras corrientes. Aquí estoy Señor, cuántos problemas he ocasionado, mira mi carácter, mi personalidad, mis sentimientos, mi forma de ser, mira cómo me conduzco, cómo actúo, cómo hablo, ahora necesito un cambio. Señor, no quiero ser arrogante, no quiero ser soberbio, no quiero mentir, no quiero fallar, ¡no!; quiero ser sincero, quiero ser humilde, quiero ser fiel, quiero ser santo, quiero estar integrado, quiero tomar la carga, quiero seguir la visión, quiero avanzar, quiero seguir adelante con la bendición tuya, con la gloria tuya.

Amado, ¡aquí está el que te puede ayudar!

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