La legalización del matrimonio ha llevado a una crisis de conciencia a algunos funcionarios del gobierno de Nueva York. Unos han renunciado pues se niegan a firmar licencias para parejas del mismo sexo.
Otros han delegado esa función a un asistente. Pero ahora, grupos pro-gays buscan remover de sus cargos a quienes se niegan a firmar sus licencias de matrimonio.
Ledyard es un pueblo agrícola a las afueras de Nueva York.
“Sólo tenemos dos mil personas en este pueblo y algunos se van en el invierno porque hace frío aquí”, dice Rose Marie Belforti. Ella es granjera…notaria pública…y últimamente, el centro de críticas por parte de grupos pro-gays a kilómetros de distancia de su pequeño pueblo.
“Una vez en tu vida debes levantarte por Cristo y éste es mi turno”. Belforti es cristiana…cuando se legalizó el matrimonio homosexual en julio, ella asignó esa función a un asistente.
“He entregado todo el proceso de aplicación de matrimonios, incluyendo matrimonios heterosexuales. Así que no estoy haciendo ninguno porque quiero ser justa con todos. De esa forma todos pueden hacer una cita y habrá un asistente que les asegure que obtendrán lo que necesitan”.
La Alcaldía de Ledyard emite menos de siete licencias matrimoniales al año.Aún así, lo que hace Belforti ha enojado a algunos.
Un residente ha lanzado una campaña para removerla del cargo que ha ocupado por 10 años. Una pareja lesbiana también amenazó con demandarla.
“No tengo temor. Sé que la ley me respalda. Si quieren desafiarla, tendrán que demandarme”, dice Belforti.
Jordan Lorence es abogado de Alliance Defense Fund, un grupo legal al que acudió Belforti buscando ayuda.
“Debemos proteger la libertad religiosa y el derecho de conciencia. Legalizar el matrimonio del mismo sexo crea este tipo de conflictos. Sería más acorde a nuestra tradición constitucional proteger la libertad religiosa y la libertad de conciencia, proteger a estos notarios públicos”.
Más casos de persecución
Al menos dos notarios públicos de Nueva York han renunciado por negarse a firmar licencias para matrimonios del mismo sexo. Una de ellas aquí en el condado Oswego, en el pueblo de Granby, donde la población es de poco más de seis mil.
Tras 13 años la notaria pública, Ruth Sheldon renunció, un día antes de la legalización del matrimonio del mismo sexo. “Yo oraba para que no sucediera”.
Ahora pasa su tiempo libre como voluntaria en la iglesia y orando por funcionarios cristianos que aún trabajan. “Quisiera verlos protegidos. Deberían tener derecho a sus creencias religiosas, bíblicas. Deberían poder permanecer en sus oficinas y sólo delegar a alguien más para hacer ese trabajo. Es un porcentaje muy pequeño de trabajo en una comunidad rural”.
Laura Fotusky es la segunda en renunciar. “Fue difícil, lloré. Durante ese tiempo que no sabía que sucedía, cuando aún no tenía una decisión. Fue desconcertante”.
Ellos están hallando apoyo de grupos cristianos como “Neoyorquinos por los Derechos Constitucionales”.
“Hay poco más de 900 notarios en el estado y una docena de ellos son han llamado para mostrar su inquietud sobre el tema. Creo que hay muchos más que esos bajo la punta del iceberg. Pero por el factor del acoso que se aplica en este tipo de situaciones, no se atreven a salir. Pero hay varios con los que ya estamos trabajando”, dice Jason Maguire, miembro de “Neoyorquinos por Derechos Constitucionales”.
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